‘Noche de bodas’ es un survival nupcial, recién salido del festival de Sitges, oficialmente deudor de ‘Déjame salir’ (Jordan Peele, 2017). En ese papel la cinta de Matt Bettinelli-Olpin & Tyler Gillett aspira a exprimir hasta las últimas consecuencias tres elementos a los que aquella, en mayor o menor medida, nunca les acabó de sacar jugo. Hablo por supuesto del cinismo, la violencia y, sobre todo, el fogoso tercer acto que Jordan Peele nunca acabó de explotar. Pero al final ‘Noche de bodas’ se queda en el intento. Intento disfrutable, eso sí; pero intento.
¿En qué se parecen un hijo y el confeti?…
Quién nos iba a decir que, nueve meses después del orgásmico iniestazo del 11 de julio de 2010, cientos de niños nacerían en nuestro país fruto de ello. Pero sucedió, agrandando aún más la leyenda de lo acontecido ese día. De igual manera, quién nos iba a decir, cuando un 4 de marzo de 2018 ‘Déjame salir’ optaba al Oscar a mejor película, y todo eran risas y mofa al respecto, que, algún tiempo después, esa cinta sentaría cátedra en el género ocasionando sólida descendencia. La gestación cinematográfica suele durar más de nueve meses, como podéis ver, pero por lo demás es como la humana. Durante la primera mitad de 2019 Netflix nos trajo ‘La perfección’ (Richard Shepard, 2018), otro bebe de aquel coito, y ahora nos llega ‘Noche de bodas’.
En ‘Noche de bodas’ nos topamos con Grace, quien acaba de contraer matrimonio con Alex, uno de los herederos del imperio Le Domas. Pero no todo será tan fácil como dar un «sí, quiero». Hay un rito familiar ineludible al que Grace tendrá que sobrevivir si quiere formar parte de la elitista familia.
Así se desarrolla ‘Noche de bodas’, uno de esos confetis de Navidad, resistentes al barrido posterior, que nos encontramos victorioso todavía en Año Nuevo. Sí, he pasado de hijos a confetis porque ambos tiene en común una cosa, que pueden llegar a ser muy molestos.
La ‘Noche de bodas’ buena fue ‘[Rec] 3’
Como ya he recalcado antes, oficialmente ‘Noche de bodas’ es ahijada de ‘Déjame salir’, pero oficiosamente es un claro bastardo de ‘[Rec] 3: Génesis’ (Paco Plaza, 2012). Inevitable no caer en el juego de espejos; tanto como comprobar que, aún prestándose a la fórmula sangre, comedia negra y placer de serie B, la obra de Bettinelli-Olpin & Gillett habita muy por debajo de la de Plaza. Si Leticia Dolera, motosierra en mano, coge a Samara Weaving y su escopeta de fogueo, no queda ni la liga.
Dentro de esa fórmula de sangre, comedia negra y placer de serie B, ‘Noche de bodas’ nunca acaba de lanzarse en picado a ella. A la película le pierde en demasía su excesiva corrección formal, vicio quizás de esa ambientación clasicista, y esa cháchara vanamente trascendente que luce. Hay escenas puntuales, muy buenas, que explotan el cinismo y la violencia; pero acaban sabiendo a muy poco dentro de lo desaprovechado del conjunto. También hay decisiones de guión que se tornan más que dudosas en lo que a aprovechar al máximo la idea base se refiere.
A tal respecto es verdaderamente desconcertante como ‘Noche de bodas’ construye todo su primer acto sobre una sólida base de misterio e incertidumbre para luego, durante el resto del metraje, renunciar en gran parte a esos jugosos ingredientes. La tensión, otro elemento clave del lote, también se rebela racheada.
Otra reminiscencia de ‘Noche de bodas’ es ‘Hellraiser’ (Clive Barker, 1987). La misteriosa caja de madera usada por los Le Domas, casi a modo de cenobitas, para seleccionar el juego post nupcial de Grace, no deja de ser una variante más “terrenal”, aunque igual de perversa, de la Configuración del Lamento de Pinhead y su terna de esbirros masoquistas. Objeto que, además, se presta con facilidad como nexo para futuras secuelas.
¿Airada crítica al juego?…
En su fondo ‘Noche de bodas’ puede erigirse como una airada crítica al juego y a las, en exceso proliferantes, casas de apuestas que llenan nuestros barrios. Los Le Domas, poderosa familia dueña de un imperio basado precisamente en eso, se rebelan como diana particular de Matt Bettinelli-Olpin & Tyler Gillett.
Subtexto reforzado por una conexión nada desdeñable. El imperio de esta familia empezó con un pacto del Le Domas original con un tal Mr. Le Bail, obvio anagrama de Belial, otro nombre bíblico para referirse a Satanás.
En definitiva, aun con su tendencia a pisar demasiado el freno durante el trayecto, ‘Noche de bodas’ no deja de ser un producto disfrutable y atrayente en no pocos aspectos.