Y al final fue más el hambre que las ganas de comer. Esa apetencia casi voraz que tenía el miércoles por la noche de ‘Halloween: El final’, uno de los platos más fuertes, fuera de concurso, de la quincuagésimo quinta edición del Festival de Sitges, se ha volatilizado por completo. Fruto, en gran medida, de un decepcionante pase del cierre a la vertiente BlumHouse de la saga iniciada en 1978 por John Carpenter. David Gordon Green firma una gris y dubitativa guinda final que, a medio camino entre la Woodsboro de Ghostface y la Derry de Pennywise, acaba perdiéndose. Una especie de Michael Myers para dummies ante la que, hasta su condición de slasher, habría que colocar entre muchas comillas.
Definitivamente, y le pese a quien le pese, que me consta habrá muchos, el verdadero punto final a esta variante de la historia de Myers comandada por Jason Blum, siempre será ‘Halloween kills’ (David Gordon Green, 2021). Una, teóricamente entrega de transición, que al final acaba consagrada como la mejor película del tríptico BlumHouse.
Luz y oscuridad en Haddonfield
Han pasado ya cuatro años desde lo narrado en ‘La noche de Halloween’ (David Gordon Green, 2018) y ‘Halloween kills’ (2021). El día a día de Haddonfield transcurre entre viejos y nuevos fantasmas. La alargada sombra de un desaparecido Michael Myers, que no ha hecho acto de presencia durante todo este tiempo, comparte existencia con otros extraños crímenes por los que, al final, siempre acaba rondando su malévolo espíritu.
Tras acabar calcinada su aislada casa de las afueras, Laurie Strode ha decidido trasladar su residencia a Haddonfield. Ahí reside ahora junto a Allyson, su nieta. Ambas dos intentando superar los continuos fantasmas que las persiguen, azuzados por una comunidad de vecinos no muy propensa ni a olvidar ni a perdonar.
En ‘Halloween: El final’ entrará en escena Corey. Un tímido adolescente, también de oscuro pasado, que anda intentando empezar de nuevo. Cual si esto fuera la ‘Star Wars’ de George Lucas, la luz y la oscuridad andan batiéndose en duelo por ganar para la causa a este joven Anakin Skywalker. Una pugna que hará salir del banquillo a todos los pesos pesados de Haddonfield para la que promete ser la batalla final.
El profesor derrocado
Bajo esa premisa desenfunda su cuchillo ‘Halloween: El final’. El film de esta trilogía BlumHouse que, claramente, más rompe con las reglas establecidas; tanto las de la saga en particular como las del slasher en general. Algo a lo que nunca me voy a oponer, esa es la verdad. Pero que en el caso concreto de esta obra nunca acaba de estar aprovechado.
‘La noche de Halloween’ (John Carpenter, 1978), siempre considerada como el primer ladrillo dentro de la inmensa pared que es a día de hoy el slasher, es un clásico en letras mayúsculas por méritos propios. No vamos a entrar aquí en ello.
Casi veinte años más tarde llegaría ‘Scream, vigila quien llama’ (Wes Craven, 1996). Una de las más dignas herederas del espíritu de la cinta de Carpenter que, además, refrescaría los estatutos del slasher, acercándolo a toda una nueva generación.
Querido lector, tenemos un problema cuando el teórico profesor acaba calcando al hipotético alumno. Problema que adquiere dimensión de grave cuando comprobamos que el alumno, además, es aventajado. Y el cual podemos calificar ya como problemón, y de los gordos, cuando reparas en el pequeño detalle de que, el mismo año que tú llegas, resulta que llegó antes a la meta y con notaza el revival de dicha franquicia. Hablo por descontado de la estupenda ‘Scream’ (Matt Bettinelli-Olpin & Tyler Gillett, 2022).
‘Halloween: El final’, en no pocos momentos, incluyendo su muy estimulante prólogo, parece más una entrega de ‘Scream’ que una de ‘Halloween’. Algo que no sería un problema si estuviéramos hablando de cualquier slasher del montón. Pero es que esto es el slasher de slashers, y caer en esa trampa me parece más un defecto que una virtud.
Las alcantarillas de Haddonfield
Otra obra que aflora analizando la trama de ‘Halloween: El final’ es ‘It’, en cualquiera de sus variantes. Y no solo ya en lo más obvio, ese Michael Myers camuflado en las alcantarillas de Haddonfield, cual trasunto de Pennywise, absorbiendo además toda la maldad que genera el pueblo. En fondo también se aprecia el espíritu de la novela de Stephen King en esta cinta de David Gordon Green.
El cineasta y sus guionistas, no solo ya transforman a Myers en una canalización del mal, si no que convierten la Laurie Strode de Jamie Lee Curtis en su idóneo contrapeso, al más puro estilo del Club de los Perdedores. Siendo tremendamente significativa para cada uno de ellos, y para su causa, esa escena en la que escrutan al personaje de Corey.
La eterna dualidad entre el bien y el mal, ese hombre del saco que todos llevamos dentro, sale a flote en ‘Halloween: El final’. Transformando además a Laurie y Michael respectivamente en seres casi divinos capaces de atisbar en los demás eso que siempre han representado: la luz y la oscuridad. Un trasfondo muy interesante, que se ha ido gestando además entrega a entrega de este tríptico BlumHouse, pero que aquí, por desgracia, no se remata de manera consecuente en el desenlace del film.
‘Halloween: El final’
Más allá de lo terriblemente difusa que se muestra la obra, en lo que a identidad se refiere, o de ideas de guion algo insólitas, ‘Halloween: El final’ es una cinta que se ve muy mermada por su excesiva duración. Un metraje desmesurado que se pierde casi siempre en ese inocuo desarrollo de personajes que, en este caso concreto, no aporta absolutamente nada. Y que si lo analizas más de un minuto compruebas que no se sujeta en los suficientes pilares.
Un defecto que ya aquejó en su momento a ‘La noche de Halloween’ (2018), y que aquí se multiplica, como poco, por dos. Aunque en aquella al menos era más convincente. Que sí. Que los dramas son lo más cuando quieres dar enjundia a algo. Pero este no es el lugar. Queremos sangre, violencia desatada y muertes rocambolescas. Y aquí esas cosas tardan mucho en llegar, y cuando lo hacen sabe a poco.
Reconozco que toda la liturgia que genera ‘Halloween: El final’ en torno a su tercer acto está muy chula. Pocas o ninguna sorpresa podía depararnos el film en esa parte del trayecto, pero qué duda cabe que ahí todo está en su sitio. Pero creo que si quieres jugar a arriesgar, cosa que David Gordon Green, disfrazándose de Rian Johnson, pretendía hacer, debes entregar mucho más que ese fanservice meramente placentero con el que ya contábamos. Y al margen de ideas sueltas nunca rematadas, este desenlace solo aporta tedio y bochorno. Si es que hasta la banda sonora del propio John Carpenter se muestra perezosa como no se había mostrado hasta ahora.
Nuestra valoración:
Una respuesta a “Crítica de ‘Halloween: El final’ (2022) Mychael Myers para dummies”