Tras la guerra civil española muchos perdedores de la contienda encontraron en México refugio, consideración y apoyo. El narco aún no había hecho su aparición para mantener el vicio del poderoso vecino del norte y un país progresista y liberal se abría paso de la mano de Lázaro Cárdenas, mientras en Europa las democracias menguaban. En ‘Alguien tiene que morir’, miniserie de tres episodios dirigida por Manolo Caro, un joven (Alejandro Speitzer) que ha pasado los últimos diez años de su vida en México, regresa a casa junto a un amigo (Isaac Hernández), oriundo de aquel lugar, para visitar a su familia y emprender viaje por Europa.
Se da de bruces con una dictadura en pleno apogeo que tenía a la homofobia entre sus muchas y diversas ranciedades. Corren los años 50. Esta es la España de los vencedores. La condición sexual de uno, unida a la devoción bailarina del otro, les traerán más de un dolor de cabeza. Para no perder costumbre, Caro articula un producto típicamente culebronesco. A diferencia de ‘La casa de las flores’ (también original de Netflix) dónde conseguía dar cierto aire de respetabilidad a lo que no deja de ser una telenovela, en esta ocasión sucumbe ante un producto típico de sobremesa.
Carmen Maura es la mala de la función. Hace lo que puede
‘Alguien tiene que morir’ ejecuta una denuncia política y social de brocha gorda, maniquea y sin matices, con una caracterización de personajes donde encuentran cabida la exageración y el cliché. Las miserias de aquel régimen merecen una descripción y tratamiento más depurado. Todo se muestra demasiado brusco, evidente, lineal. En cuanto a la trama, decir que se mueve por la poco arriesgada senda del melodrama. No faltan traiciones, rencillas familiares, ocultos secretos, pasiones escondidas, frustraciones larvadas y rencores varios.
Todo un cóctel para los amantes de la cosa folletinesca que viene envuelto por una puesta en escena horrenda. Un elenco aseado (Ernesto Alterio, Carmen Maura, Cecilia Suárez) hace lo que puede a partir de un guion con más agujeros que un queso gruyer. Maura debería seleccionar mejor su participación en este tipo de productos que no andan a la altura de un prestigio justamente ganado. Excitando la risa involuntaria, el desenlace me pone de mala leche. Por el tiempo perdido y el adefesio visionado.
Ya saben: palos a gusto no duelen.
Nuestra valoración
Una respuesta a “Crítica de ‘Alguien tiene que morir’ (2020) Culebrón sin gracia”