Doble crítica de ‘Tiempo’ (2021) de M. Night Shyamalan

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Crítica de ‘Tiempo’ (2021). La playa de M. Night Shyamalan

Una playa paradisiaca de aguas cristalinas y fina arena, tus seres más queridos haciéndote calurosa compañía, y un particular anfitrión llamado M. Night Shyamalan (ejercicio de metacine mediante) controlando el cotarro. ¿Qué más se puede pedir?… En ese atractivo entorno nos sitúa ‘Tiempo’. Última propuesta del realizador indio-americano, encabezada por Gael García Bernal, Vicky Krieps, Alex Wolff y Thomasin McKenzie entre otros, que llegó a nuestras salas el pasado 30 de julio.

Una interesante, aunque en ningún momento redonda, propuesta de misterio, intriga, atmósfera de tensión y terror a plena luz del día. Un film de esos de tesis muy marcada, y aquejado de ciertos males endémicos que lo hacen habitar algo lejos de lo mejor del cineasta, aunque aun así resulta provechoso.

Una venenosa medusa llamada reloj biológico

Guy y Prisca son un matrimonio, no en la mejor fase de su relación, que deciden jugárselo todo a una última bala: pasar un plácido fin de semana en un lujoso y apartado resort tropical que ella encontró por internet. Una aparentemente feliz guinda final, o no, a un pastel de varios años de unión que está a punto de ser cercenado por un irrevocable divorcio. Les acompañan en esos días de asueto sus dos hijos, Trent y Maddox, de 6 y 11 años respectivamente.

Pero lo que a priori pintaban como días de calma y paz antes de la anticipada tempestad, evocando un tiempo que ya nunca volverá, acaba rebelándose como una auténtica pesadilla. Las medusas no son el principal peligro de esta playa. Un ancestral enemigo se oculta entre los escarpados acantilados: el lugar en cuestión actúa a modo de acelerado reloj biológico. Una perversa y cruel trampa en la que treinta minutos equivalen a un año, una hora a dos, y así sucesivamente. Toda tu vida puede desfilar ante tus aterrados e incrédulos ojos en prácticamente un par de días.

A partir de ahí, y desconcertantes acontecimientos mediante, nuestros cuatro protagonistas, junto con un grupo de acompañantes que también han caído en las redes del lugar, habrán de encontrar la manera de huir de dicha playa, con el inconveniente de tener siempre el reloj corriendo en su contra. La fragilidad de nuestros cuerpos y la inevitabilidad de su segura erosión espera a la vuelta de la esquina, literalmente.

La molesta cultura de la inmediatez

Bajo esa evocadora y marciana premisa, basada a su vez en la novela gráfica de Pierre Oscar Levy y Frederik Peeters titulada «Sandcastle», desarrolla M. Night Shyamalan ‘Tiempo’. Un imperfecto aunque estimulante trabajo mediante el que el cineasta, no solo aborda temas ya recurrentes en su cine, tales como la familia, sino que nos habla principalmente sobre esa molesta cultura de la inmediatez que ha enraizado cual dañino cáncer en nuestra sociedad, fruto, entre otras cosas, de la proliferación y el auge de las redes sociales. Lo queremos todo y lo queremos ya. La paciencia no es nuestro fuerte, y Shyamalan hurga en esa herida desde el minuto uno en un trabajo bastante alegórico.

Formal y esquemáticamente ‘Tiempo’ evoca bastante, salvando las muchas y obvias distancias, a ‘El bosque’ (2004). Este también se afilia a esa resurrección del terror a plena luz del día que sacó del abismo hace no mucho Ari Aster en ‘Midsommar’ (2019), incluyendo alguna escena que lleva directamente a dicho film.

‘Tiempo’, un salto de fe incluso para el devoto

Dejando desde ya claro que ‘Tiempo’ no es esa película en la que M. Night Shyamalan busca ganarse las simpatías de sus detractores. Todo lo contrario, de hecho. Si nunca te ha gustado su cine, no vas a encontrar aquí nada de tu agrado. Sí hay que admitir por el contrario que, aun siendo devoto del realizador, el film requiere de ti un salto de fe importante. Como te pille su visionado en un mal día, de esos que te levantas con el pie izquierdo, es probable que eches pestes de él. Vamos, lo que nos sucedió a muchos con ‘El incidente’ (2008), que solo fruto de revisionados y más revisionados hemos logrado superar el odio que le agarramos la primera vez.

Superado ese ligero escollo, ‘Tiempo’ tiene un problema de raíz importante que luego deriva en otros más pequeños. Un cúmulo de males que hacen de la cinta un todo bastante irregular.

El verdadero gran problema de la obra es que su sinopsis muestra demasiado de la trama, el vestido de ‘Tiempo’ deja muy poco a la imaginación. Un hecho que destroza gran parte de la magia del film. Yo hubiera sido partidario de vender el producto sin desvelar, por ejemplo, ese peculiar influjo que ejerce la playa sobre las personas que en ella están. Que el espectador se lo vaya encontrando poco a poco según se lo van encontrando los personajes. Pero como ya desde la sinopsis e incluso desde el tráiler se desvela el enigma, la teórica fuerza del conjunto se ve considerablemente mermada. Un misterio que en la antes mencionada ‘El bosque’ sí supo mantener M. NIght Shyamalan, cosa que benefició al conjunto.

Ya sé que últimamente soy muy pesado con lo anterior, pero es que, como espectador, es un vicio que cada vez me estropea más el plato. Y es que, muy en el fondo, es algo que también atiende al mensaje implícito que lleva la película. Lo queremos todo y, no es que lo queramos ya, es que lo queremos incluso mucho antes de necesitarlo verdaderamente.

Entendería desvelar ese aspecto de la trama durante su promoción si tu película, de segunda mitad de metraje en adelante, ocultase un as en la manga capaz de dejar esa baza a la altura del betún. Pero como no es el caso, en ‘Tiempo’ esa es la única baza potente que maneja el director, este se pone en ridículo mostrándola pronto y mal.

Afrontando la partida sin buenas cartas

A partir de ahí la película entra en un peligroso juego. Shyamalan afronta la partida habiéndose desprendido a la ligera de sus mejores cartas, y el conjunto lo nota. Por poner un ejemplo práctico, no todas las decisiones de guion entran de manera orgánica, narrativamente hablando. Hay muchas cosas que se ven llegar tremendamente forzadas, únicamente suceden porque tienen que suceder para explicar algo. Un recurso, la lógica interna del relato, que al realizador nunca le ha importado mucho en el durante; pero que en ‘Tiempo’ camina peligrosamente por el alambre tanto durante como después.

Aquí también nos topamos con un M. Night Shyamalan pecando en exceso de sobreexplicativo, un mal que nunca le había aquejado. Todo lo contrario, de hecho. Particularmente todo lo que sucede en su moralista recta final de metraje, toda vez dejamos la playa de lado, me sobra. No solo defiendo que el espectador no necesita tal explicación, sino que sin ella todo hubiera sido mejor y habría tenido verdadero ADN Shyamalan. Pero está claro que esta vez el cineasta se ha dejado algunas de sus señas de identidad en casa.

Crítica de Isaac Paskual

Crítica de ‘Tiempo’ (2021). Un varado «Ángel exterminador» posmoderno

En ‘Tiempo’, el elocuente y popular director de thrillers de terror psicológicos y paranormales M. Night Shyamalan (‘El sexto sentido’ 1999, ‘El protegido’ 2000 ‘Señales’ 2002, ‘Múltiple’ 2016) nos enfrenta a uno de los mayores terrores del devenir del ser humano: el envejecimiento. En clave de thriller psicológico de ciencia ficción, y con claros guiños surrealistas, con ‘Tiempo’ Shyamalan hila un relato trepidante, claustrofóbico y sombrío echando mano de su ya clásico y efectivo maletín de estilo que ha venido caracterizando a su cine desde su brillante ‘El sexto sentido’; es decir, suspense y estética hicthcokianos con inesperados giros finales.

Sin embargo, algo no cuaja del todo en este asombroso relato, que, a pesar de su inteligente y rítmica puesta en escena, y el potencial metafísico imbricado en la historia, naufraga en las aguas de unas playas cinematográficas demasiado viciadas por el ansiado sentido de lo espectacular y lo comercial.

Mucho estilo y no tantas nueces como se podría esperar de esta ‘Tiempo’

Basada en ‘Sandcastle’, novela gráfica suiza de Frederik Peeters en colaboración con el documentalista Pierre Oscar Levy, ‘Tiempo’ explora la ansiedad del ser humano ante los fenómenos naturales (o sobrenaturales) de difícil explicación y solución, y que, en tiempos de olas pandémicas, en cierto modo se puede decir que acierta en su objetivo comunicativo más obvio: que el público vea en la fatídica aventura de los personajes las fatigas, la paranoia y los miedos derivados de la crisis del Covid-19.

Para ello, ‘Tiempo’ recurre a una narrativa colectiva donde unos variopintos y acomodados turistas, todos ellos atravesados por la tristeza de sus pequeñas crisis burguesas, realizan una excursión a una playa paradisiaca como parte de las actividades recreacionales del resort de lujo donde se alojan. Pronto, los personajes, como dominados por un fantasmagórico magnetismo que parece provenir de las rocas del farallón que resguarda la playa, se dan cuenta de que no solo no pueden volver hacia atrás, sino que también, por alguna razón misteriosa, las extrañas propiedades geológicas o petrológicas del lugar provocan la aceleración del envejecimiento de las células humanas. En cuestión de horas los niños se hacen adolescentes, los adultos acarician la longevidad, y toda una vida se precipita al mar de la muerte en apenas un día. No hay salida. El nerviosismo de lo inexplicable lleva al miedo y este a la paranoia y el terror, y en cuestión de poco tiempo los personajes se ven arrastrados a la locura, la enfermedad, y a una muerte temprana y segura, y no siempre natural.

Como en ‘El señor de las moscas’, la pequeña comunidad de ricos y bellos turistas acabará dividida, desquiciada y abocada a una lucha a contrarreloj contra el tiempo, y, en definitiva, contra su propia naturaleza mortal e instinto de supervivencia.

Poco se le puede reprochar a M. Night Shyamalan en cuanto a saber narrar de manera eficaz, precisa, e inventiva, destacando aquí planos preciosistas y planos secuencia que vuelan de un lado a otro, se precipitan por la playa, entre los personajes, para después encontrar un momento de pausa y volver a acelerarse de nuevo, saltando en el tiempo y en el espacio, como si la cámara también estuviese afectada por el mal del aceleramiento del tiempo, súbdita del poder inefable del cambio.

Junto al ya mencionado suspense estético de Hitchcock, ciertas notas del surrealismo de ‘El Ángel Exterminador’ de Buñuel y claros guiños a la serie ‘Perdidos’, (el actor Ken Leung incluido) componen el fondo y la forma de una película que deja escapar sus posibilidades como si en lugar de un buen guion entre manos, Shyamalan sostuviese una patata caliente. El ‘Ángel exterminador’ posmoderno de M. Night Shyamalan no es el modernista y transgresor de Buñuel, no aprovecha el jugo de la historia más allá del impacto y la alegoría fácil, que en algunos momentos es tan obvia como insulsa, y de este modo el filme queda varado como barco en la arena, al igual que sus propios personajes. De haber visto la cinta, Don Luis probablemente se habría llevado las manos a la cabeza diciendo, “Pero, por el amor de dios, ¿dónde están la corrupción del sexo, la decadencia moral y la religión en esta película?”

Guion y interpretaciones: “Necesita mejorar”

Que el ejercicio de estilo y lo asombroso de la historia sean suficientes para que ‘Tiempo’ sea una película atractiva para el espectador que busca un entretenimiento fácil y excitante en el asfixiante desierto de la cartelera veraniega y se convierta en un éxito de taquilla, no ha lugar a dudas. No obstante, tanto la originalidad de la historia como su alta estilización no compensan por la falta de reflexión crítica y profundidad discursiva que un relato como el de ‘Sandcastle’ ponía en bandeja.

Está claro que, aunque ya trilladas dentro del género de ciencia ficción, la película plantea de refilón cuestiones importantes, para quien quiera o pueda verlas: lo absurdo y lo efímero de la vida y del paso por este mundo, que más temprano que tarde morimos y no nos damos cuenta del poco provecho que le sacamos a nuestra existencia, que no somos y no seremos mas que cuerpos abandonados en una playa remota, que parece el cielo pero que al mismo tiempo es un infierno, y todo por nuestra propia codicia en el dominio y control de la naturaleza. Sin embargo, es muy poco creíble la manera en que reaccionan algunos de los personajes ante el derrumbe de la lógica, de lo razonable, de lo posible o lo natural; siempre demasiado calmados, demasiado calculadores, muy hieráticos para lo que les está ocurriendo.

Por otra parte, y para los que la vean en versión original, hay que añadir que se advierte claramente una notable dejadez en la dirección de actores o, quién sabe, quizá sea una falta de esfuerzo en el trabajo individual o colectivo de los actores, muy acuciado especialmente en las interpretaciones por parte de las dos estrellas principales, y matrimonio al borde de la ruptura, en la película, Gael García Bernal (‘Amores Perros’ 2000, ‘Babel’ 2006, ‘Diarios de motocicleta’ 2004) o la actriz Vicky Krieps (‘El hilo invisible’ 2017), quienes, a pesar de su experiencia y sus ya demostradas dotes para la gran pantalla, aquí sufren mucho para no precipitarse por el acantilado de lo puramente amateur.

Quizá la culpa también la tenga un guion que hace aguas en la construcción sólida de diálogos y personajes, y que en algunos momentos nos retrotrae a la peor y más irrisoria ciencia ficción serie B americana de los años 50 y 60, rozando casi la parodia. De poder lanzar un salvavidas de última hora sería para la ya aclamada por su interpretación en ‘Jojo Rabbit’, Thomasin McKenzie.

El viejo mensaje en una botella

‘Tiempo’, ‘Old’ (Viejos) en su título original, ya es una película vieja, aceleradamente vieja, construida con los retales posmodernos de la copia de la copia de la que no hay un original que se recuerde, y es posible que pase de moda muy rápido, como ocurre con sus personajes, como todo en la sociedad tan acelerada en la que vivimos, pandemias incluidas o aparte, y que es a la vez la desgracia y el triunfo de la película: ese mensaje desesperado en una botella que se lanza al mar, y que ratifica que, a pesar de todo, M. Night Shyamalan sigue mostrando inquietud por la sinrazón de los tiempos que corren, apuntalando en la resolución del filme un mensaje moral que cuestiona el avance espectacular y exponencial de la ciencia y la humanidad en la era de las las catástrofes humanas y naturales: ¿Hasta qué punto merecemos salvarnos a costa de abandonar a otros? ¿Hasta qué punto la ciencia debe manipular el devenir natural de las cosas para avanzar? ¿El fin justifica los medios, incluso si se trata de hacer que la ciencia progrese?

Imaginar otros ‘tiempos’

Se dice por las redes sociales especializadas en cine que M. Night Shyamalan era el único capaz de abordar un proyecto como este, que parecía una historia hecha a medida para él, un cóctel perfecto con todos los elementos de su cine anterior. Son sin duda comentarios de fans o críticos que conjuran al autor y sus éxitos previos solo para ver la película que quieren ver o para salvaguardar o ensalzar el nuevo proyecto de turno. “Coge fama y  échate a dormir”, y eso hace mucho daño al cine como arte, además de cerrar puertas y ocultar nuevos caminos. ¿Nadie se pregunta qué hubieran hecho con este guion directores como Paul Thomas Anderson(‘Magnolia’ 1999, ‘Pozos de ambición’ 2007, ‘El hilo invisible’ 2017) Denis Villeneuve (‘La llegada’ 2016, ‘Blade Runner 2049’ 2017) o Christopher Nolan (‘Memento’ 2000, ‘Origen’ 2010, ‘Interstellar’ 2014, ‘Dunkerque’ 2017, ‘Tenet’ 2020) este último, probablemente el director más obsesionado del mundo por los vericuetos del tiempo y sus imposibles aristas? ¿Qué hubieran hecho con ‘Sandcastle’ directores noveles totalmente desconocidos? ¿Correrían otros tiempos? Casi nunca hay guiones ni historias inmejorables, ni directores irremplazables, solo falta de confianza e imaginación.

En todo caso, y a pesar de las debilidades mencionadas, M. Night Shyamalan no decepcionará al fandom entorno a su obra ni al de amantes del género de ciencia ficción con gusto por el suspense, escenas macabras, escabrosas y momentos tensos de violencia física y psicológica. Si pueden, refrésquense en una piscina o en el mar antes de verla, y por supuesto, si la ven en versión original, no sean demasiado crueles con el elenco de actores, su tiempo aún no ha pasado. Esperemos que el de Shyamalan, tampoco. O ¿será cuestión de tiempo?

Crítica de Jesús Urda

Nuestra valoración

Nota Rock and Films

Tráiler de ‘Tiempo’

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