»Te atrapan por los pequeños detalles Jimmy», dice el personaje que interpreta Denzel Washington a su compañero de investigación. Lo que podría resultar una declaración de intenciones en la última película del director John Lee Hancock, de título, ‘Pequeños detalles’, no pasa de mera frase de cara a la galería. Porque orquesta un policiaco ramplón, donde los elementos distintivos brillan por su ausencia y las peculiaridades que dan personalidad a un género sobrecargado de propuestas no se atisban por lado alguno.
Washington da vida a un agente que regresa a su antigua comisaría de Los Ángeles para facturar un asunto corriente. Chocará de bruces con una serie de asesinatos, lo que motivará su implicación en las pesquisas. Junto al hombre que le sustituyó tiempo atrás (Rami Malek) emprende la caza de un asesino en serie. Despliega una actitud anárquica, distante. Parece que está de vuelta de todo. Los flashbacks de rigor van poniendo pistas sobre el desplome anímico que le asola. A partir de ahí su comportamiento lleva el aroma de la redención, de saldo de cuentas con el pasado. Dejá vu.
Me invade la ingrata sensación del aburrimiento
‘Pequeños detalles’ queda lastrada por una trama carente de chispa y un tono en exceso reflexivo, que impone una cadencia mustia, como si la cinta en su conjunto se contagiara de las muchas aflicciones del protagonista. Sólo la estratosférica presencia de Denzel Washington y unos competentes compañeros de reparto, hace que el bostezo no derive en somnolencia. Evidentes los guiños hacia la película de culto ‘Seven’. Pero Hancock no tiene la capacidad perturbadora de David Fincher, ni logra imponer esa atmósfera sucia y opresiva que empapa la narración. Por ello, el ejercicio de provocación moral y dilema ético subyacente, no pasa aquí de mero golpe de efecto.
Resultón, pero intrascendente al fin y al cabo.
Nuestra valoración