Ojalá toda ‘Mientras dure la guerra’ hubiera sido como ese colérico, firme y cristalino discurso final de Miguel de Unamuno en su templo salmantino, el templo del conocimiento. Ojalá. Por desgracia no hemos tenido esa suerte. ‘Mientras dure la guerra’ es un correcto pero manso retrato de los albores del franquismo y el inicio de la guerra civil española que pide a gritos una urgente transfusión de sangre. Y Alejandro Amenábar otra.
‘Mientras dure la guerra’ vence liderando la taquilla, pero no me convence. Conquista atrayendo al público, a pesar del llamamiento por redes sociales al absurdo boicot, derivado de ese veneno político que lo gangrena todo hoy en día, pero no me convierte. Vence porque tiene brillantina suficiente para hacerlo, y una campaña mediática a su alrededor muy poderosa, pero no me convence. Para convencer hay que persuadir, y el estilo de Alejandro Amenábar disuade más que persuade.
La vida sigue igual
Llevo bastante tiempo distanciado del cine de Alejandro Amenábar. Y no distanciado porque no lo vea, sino distanciado porque no me satisface. Podría decirse que mi fe en el cineasta es prácticamente nula, dígase casi que soy agnóstico del realizador hispano-chileno. Y así me he enfrentado a ‘Mientras dure la guerra’, su último trabajo.
¿Es ‘Mientras dure la guerra’ lo más potable que ha entregado Amenábar durante los últimos catorce años?… Lo es, sin ninguna duda. ¿Debe entenderse esto como un halago al film e incluso a Amenábar?… No necesariamente. ¿Me reconcilia esta cinta con el director?… No, rotundamente. ¿Hace que aumente mi nula fe en él?… Tampoco.
El libro de texto
A la postre a ‘Mientras dure la guerra’ le he encontrado muchas similitudes con un libro de texto. Todo en ellos se ofrece muy bien estructurado, pulcro y didáctico, pero al final, fruto de su clara impersonalidad, te acabas quedando con el contenido mientras entierras por completo el contenedor. Todo lo opuesto a la obra del Miguel de Unamuno que protagoniza el film.
Presencio ‘Mientras dure la guerra’ impávido y sin despeinarme, cosa que embarra el producto. Alejandro Amenábar se muestra absolutamente incapaz de que esa España que muestra su película, no muy alejada de la España que tenemos hoy en día, me importe lo más mínimo. Sé que debería conmoverme y agitarme en la butaca, cual Miguel de Unamuno, pero no lo hago.
Y lo mismo me sucede con las interpretaciones del film, sé que son más que buenas pero desfilan ante mis ojos como corderitos antes de dormirme. Karra Elejalde, Eduard Fernández, Tito Vaverde y compañía están estupendos, carne de nominaciones en la temporada de premios, pero la ausencia de garra del conjunto me los pasa de café a descafeinado.
La estela de ‘Ágora’
Es inevitable no presenciar ‘Mientras dure la guerra’ como una especie de secuela no oficial de ‘Ágora’ (Alejandro Amenábar, 2009).
En ambos trabajos acudimos a la defensa de la razón y el entendimiento, sin éxito, por encima de populismos. Hypatia y Miguel de Unamuno, Alejandría y Salamanca. Alejandro Amenábar estableciendo un clarificador juego de espejos entre dos realidades separadas en el tiempo por casi mil cuatrocientos años, pero dolorosamente paralelas.
Quién sabe si algún día el realizador completará esta singular trilogía de la sinrazón. Me da la impresión que nuestra sociedad, supuestamente civilizada, seguirá tropezándose con esa piedra toda la vida para mayor gloria de Amenábar.
Una mala película un mal director
No creemos que Amenábar sea un mal director, simplemente creemos que lleva unos años desubicado. Y ‘Mientras dure la guerra’ tampoco creemos que sea mala película, aunque también podemos decir que dista mucho de ser buena.
Un saludo 🙂
Que mala crítica… Creo que estas muy desubicado .
Al final una crítica es una opinión subjetiva y personal de lo visto en pantalla. Esto es lo que nos ha transmitido a nosotros esta película, ¿qué opinión te merece a ti?
Un saludo!