Cuando Ferdinand Von Sirach escribió ‘El caso Collini’ (2014), agitó no pocas conciencias en su país natal, Alemania. Muchos de sus conciudadanos se sintieron interpelados. Puso la lupa en fisuras y grietas abiertas en esa ensoñación de postguerra, amasada a base de olvido y tirar hacia delante. Un bálsamo dirigido hacia una realidad demasiado cruda, triste, inclemente, que cuando da la cara muestra un horror de difícil digestión.
Marco Kreuzpaintner dirige la adaptación cinematográfica del best-seller. Construye un thriller judicial aseado, que se ve con fluidez, aunque no renuncia a esas trampas narrativas convencionales para insuflar carga dramática a la historia.
Un abogado frente al caso de su vida
Un abogado de oficio (Elyas M’Barek) recién salido de la facultad, en su primer juicio debe lidiar con un hombre de avanzada edad que asesina a sangre fría, en un céntrico hotel berlinés, a un conocido empresario. El acusado se niega a hablar. Impertérrito ante los acontecimientos, sólo la ambición de su advenedizo letrado juega a su favor.
En ‘El caso Collini’ sobrevuela el conflicto de intereses de este abogado, que antaño mantuvo una cercana relación con la familia del fallecido. Kreuzpaintner la muestra a partir de flashbaks que incrementan el carácter melodramático de la historia. Y va echando leña al principal subtexto de la película: desentrañado el móvil del crimen, se abrirá la caja de Pandora.
Presencio un ajuste de cuentas largo tiempo larvado. Enquistado a partir de un entramado estatal que en gran medida persistió intacto tras la derrota nazi en la guerra. Con pronunciada propensión a la supervivencia, su continuidad y permanencia en el tiempo deja no pocos atropellos.
Irremediable vuelta al pasado
Tanto la película como la novela transmiten idéntica sensación de redención. Tras el aristocrático apellido del autor (Von Sirach), podría esconderse un mariscal de campo prusiano, sin embargo, su nombre quedará irremediablemente unido al papel de su abuelo (Baldur con Schirach) como un adlátere nazi de los primeros tiempos. Un capitoste nacionalsocialista, que fuera jefe de las juventudes hitlerianas.
‘El caso Collini’ prueba una vez más, que el tránsito de un régimen tiránico a otro regido por el imperio de la ley se lleva a muchos por delante. Y el significado del término justicia adquiere una indeterminación inquietante.