Abonado a corrosivas diatribas acerca del proceder humano, el director norteamericano Mike White encuentra en ‘The White Lotus’, miniserie de seis episodios producida por HBO, terreno abonado para lanzar punzantes dardos. Su inquieta mirada no deja títere con cabeza, desmenuzando actitudes y conductas sociales con inteligencia. Muestra notable capacidad para entretener, hacer reír e intrigar a partir de lo cotidiano, elevando lo insustancial e intrascendente a un estadio grotesco. Cualquier disfuncionalidad encuentra confortable acomodo.
El título de la serie lo aporta un resort hawaiano de ensueño. Uno de esos lugares donde la lujosidad de una suite rivaliza con la aledaña, bajo el escrutinio de un personal entregado a los deseos y caprichos de tan honorables huéspedes. Bajo ese paraguas idílico, personajes variopintos van a dar buena cuenta de obsesiones, recelos, hipocondría, manías e inseguridades varias. Una larga serie de miserias que denota esfuerzo por democratizar padecimientos.
Serie muy divertida, se degusta de un tirón
La serie obra el milagro de hacer preferible la degustación de una birra bien fría en un humilde chiringuito de playa, antes que pasar media tarde rodeado de todas esas comodidades y ostentaciones si las mismas vienen en compañía de sujetos cuyo lugar debería estar en el diván del psicoanalista. Transparentes las miradas de los empleados del complejo turístico conforme deben lidiar con el desequilibrio, irracionalidad, impertinencias y extrañezas de tan difíciles clientes.
Si en su último trabajo, ‘Qué fue de Brad’ (2017), Mike White daba a Ben Stiller oportunidad de lucimiento a cuentas de las contradicciones de un cuarentón para sobreponerse a sus propios egos, en ‘The White Lotus’ todo el reparto brilla a gran altura. Les ayuda un guion lúcido, cristalino a la hora de transmitir emociones. Gran retrato sobre la imposibilidad emocional de alcanzar la felicidad pese, (o quizá por ello) andar rodeados de abundancia material.
Nuestra valoración