Continuando con la temática de espionaje centrada en el Mossad, que ya abordara en ‘Rescate en el mar Rojo’, el director israelí Gideon Raff crea y dirige para Netflix ‘El espía’. Miniserie de seis episodios basada en las peripecias de Eli Cohen (Sacha Baron Cohen). De ascendencia siria, aunque criado en Egipto, se convirtió en una pieza clave para los servicios secretos de Israel.
En una profesión dónde la fama corre a rebufo del fracaso, su caída en desgracia le aseguró un lugar en la historia. Y al igual que ocurriera con otros mitos, su legado e influencia se desató ya fallecido durante la Guerra de los Seis Días. La información que había suministrado tiempo atrás fue vital en la anticipación israelí. El cenit de la guerra preventiva supuso para sus compatriotas un testamento póstumo, que le brindó la consideración de héroe.
Difíciles años 60. Tiempo de conflictos en Oriente Medio
‘El espía’ abarca desde su reclutamiento para la causa hasta su fatídico final. Centrada en su figura, acierta Raff al no colocar subtramas innecesarias que alteren el orden lógico de las cosas. La narración posee la inestimable virtud de la concreción. El trato que da a su entorno familiar, el padecimiento de la esposa ante las prolongadas ausencias del marido, ignorante hasta el final de su verdadero desempeño, está filmado con sobrio gusto. El apasionante contexto geoestratégico brinda posibilidades para el lucimiento, asegurando un interés que viene por añadidura.
El guión, que se aleja del academicismo sin caer en la vulgaridad, dota a la serie del ritmo propicio para consumirla en un par de días. Las escenas de acción, sin constituir el núcleo gordiano de la propuesta, añaden una dosis preventiva de adrenalina al servicio de una tensión que no decae.
La patria y el deber por encima de todo
Los personajes que trabajan como topos, bien bajo el paraguas policial o al servicio de otro estado, tienen en una personalidad inalienable, un claro denominador común. Con un toque de aventurerismo a cuestas, sus motivaciones fluctúan desde el compromiso político, con arraigadas convicciones ideológicas, la lealtad para con su país, hasta el mero interés económico.
En el caso que nos ocupa veo a un hombre normal. Casado, con las problemáticas del día a día. No se le presuponen especiales aptitudes para el puesto. Incluso su reclutador es escéptico ante su desempeño. ‘El espía’ retrata una heroicidad asentada en la determinación. Un trabajo de orfebrería en donde su rol de empresario adinerado le va a abrir las puertas del poder en Siria. Lo interpreta Sacha Baron Cohen, artista bregado en la comedia y que ejecuta una aseada actuación. Le ayuda una certera caracterización, que secunda un gran parecido físico.
Se desprende una foto ajustada de la ineptitud e incompetencia del mundo árabe. Esas disfuncionalidades florecen sin adoctrinamiento, de manera natural, del desarrollo honrado de una historia contada para perdurar.