‘El desertor’, adaptación de la novela de Siegfried Lenz que dirige Florian Gallenberger, toma forma de miniserie de dos capítulos y se puede ver en Filmin. Lenz no vio en vida publicada una obra que, pese a ser una ficción contiene apuntes autobiográficos. Pensamientos íntimos de un hombre marcado profundamente por la guerra. Como plasmación en pantalla de sentimientos, dilemas, dudas y conflictos emocionalmente disruptivos, la miniserie me resulta fría como un témpano. Autómata y distante. Un ejercicio cinematográfico con tintes oficinescos, que sólo de manera puntual sabe trasladar la intensidad del momento, el lugar o el contexto.
Walter (Jannis Niewöhner) es un joven alemán que parte hacia el frente cuando la derrota germana no está en discusión, salvo para los nazis más fanáticos. Él mismo tiene dudas, su familia no simpatiza con el régimen. Le une el respeto a la camaradería de sus compañeros. Un accidente de tren le sitúa dentro de un pequeño grupo de soldados que intentan sostener un Reich tambaleante en la retaguardia. Allí conocerá la desidia de un conflicto del todo perdido para su país y el amor hacia una partisana polaca. La vileza inherente a una conflagración en vías de extinción, cuando el sálvese quién pueda alumbra lo peor de la condición humana, se plasmó con singular crudeza en la película de Robert Schwentke ‘El capitán’ (2017).
Interpretaciones mediocres
En ‘El desertor’ el protagonista acaba enrolado en las filas del ejercito rojo. Casi un accidente para alguien vacilante, cuyas creencias apelan al sentido común, al de pertenencia y no precisamente al del fanatismo ideológico. Llegado este extremo, la narración adquiere unos derroteros que no me creo, incluido un romance improbable en tiempos de guerra que adquiere un involuntario toque sarcástico.
Todo ello envuelto en una escenografía perfectamente mejorable, casi de serie b. La cinta enfatiza el desengaño de este joven ante el desempeño de sus nuevos conmilitones. Con remordimientos que consumen ilusiones y energías. Lógico trauma de quién ha servido bajo el paraguas de los dos grandes totalitarismos del pasado siglo. Un mensaje contra el horror de la guerra y la bajeza ética de los contendientes que merecía, dado los antecedentes del escritor en que está basada la serie, un trabajo de mayor enjundia.
Nuestra valoración