‘X-Men (Fénix Oscura)’ es el descafeinado punto y final al multiverso mutante que Fox inició a principios de siglo con ´X-Men´ (Bryan Singer, 2000).
La compra de la Patrulla X por parte de Disney, junto con otros personajes, tales como: Los Cuatro Fantásticos o Deadpool, para uso y disfrute en exclusividad de Kevin Feige y su dominante Marvel Studios, ha propiciado este descafeinado punto final. Y a la postre, ni es un buen punto final ni es el punto final que los devotos queríamos, y ni mucho menos es el punto final que seguramente Fox deseaba. Pero es un punto final, que duda cabe; y habrá que vivir con él.
Sensaciones encontradas
Como fiel seguidor de esta saga mutante, compuesta ya por la friolera de once películas, entre secuelas, precuelas y spin-offs, siendo la que hoy nos ocupa la número doce, ‘X-Men (Fénix Oscura)‘ me ha dejado sensaciones encontradas que, fríamente, acaban derivando en malas sensaciones. Al ateo sencillamente le dejará pésimas sensaciones.
En ‘X-Men (Apocalipsis)’ (Bryan Singer, 2016) la franquicia demostró serios síntomas de agotamiento argumental, que no visual. El estancamiento de sus personajes y la reiteración en los arcos dramáticos lastró aquel film, aunque como blockbuster funcionó con precisión de reloj suizo.
En lo argumental, en la base de ‘X-Men (Fénix Oscura)‘ se aprecia tardío aunque bienvenido viento fresco para con lo visto en la última etapa de los personajes. Una Patrulla X vitoreada por la sociedad, un Charles Xavier ególatra, una Raven madura asumiendo el momentáneo liderazgo del grupo, una Jean Grey abrazando sin pudor a la Picara de la primera ‘X-Men’, o un Hank McCoy menos cerebral y más impulsivo, son algunos de esos gustosos cambios de rumbo. Por desgracia, una gran parte de ellos se pierden según empieza el segundo acto, echando por tierra mis esperanzas.
Pero en fin, la intención no era mala, y como devoto se lo valoraré a Simon Kinberg.
Epidemia de apatía generalizada.
Una vez iniciado el segundo tercio de metraje, ‘X-Men (Fénix Oscura)‘ comienza a decaer y ya no para hasta su indolente y precipitado clímax final. Al margen de incluir esas nuevas personalidades en los personajes que antes citaba, poco más riesgo se aprecia en el guión de Kinberg. Todo resulta perezoso. La villana, la inclusión de nuevos mutantes, el destino de algunos de ellos, el ritmo y el tono se aprecian poseídos por una desidia generalizada muy dañina.
El film, cual episodio final que es, posee ese inconfundible y necesario aroma melancólico y crepuscular de todo fin de ciclo que se precie. Pero es una melancolía metida con calzador en la sala de post-producción, dejando patente que durante su rodaje el producto no se concibió como un episodio final.
Y esa apatía termina contagiando incluso a la parte espectáculo de la cinta, para mi sorpresa. A nivel blockbuster ‘X-Men (Fénix Oscura)‘ es la entrega más endeble de toda la saga. He añorado a Bryan Singer, a Matthew Vaughn y hasta al mismísimo Brett Ratner. A nivel de dirección, y enfocado en las set-pieces de acción, he visto a un Simon Kinberg muy perdido. Y si a la debilidad argumental le añades un más que dudoso sentido del espectáculo, pues ya apaga y vámonos.
El final que debió ser, y no fue
Ya lo dije en su momento, y me vuelvo a reiterar en ello. ‘X-Men (Días del futuro pasado)’ (Bryan Singer, 2014) debió haber sido el broche final a esta saga mutante. Hay que saber cuando retirarse. Y no digo que Fox debiera haber dejado de explotar estos personajes tras aquella excepcional entrega, digo que debiera haber sabido que aquella historia no era una simple historia. Era la historia. Era la perfecta guinda al pastel. Pero la mala planificación les ha condenado.
Una mala planificación que hasta se les ha vuelto en contra a la hora de enlazar sus propias películas. No esperen que ‘X-Men (Fénix Oscura)‘ enlace con ‘X-Men’, cosa que debería ser. Tras ‘X-Men (Días del futuro pasado)’ este universo se transformó en multiverso, convirtiendo lo que podrían haber sido tornillos bien prietos en tornillos flojos y sueltos.