Le ha costado llegar pero ‘Wonder Woman 1984’, el único bastión superheroico de este año 2020 marcado por la pandemia, ya está aquí. Sí. Hemos pasado de nueve películas de superhéroes estrenadas a lo largo y ancho del 2019, a solamente una. Lo que desde luego le va a reportar más notoriedad a este film de Patty Jenkins de la que seguramente hubiera merecido por méritos propios en un año normal.
Sea como fuere, espero que los kamikazes que consideran este subgénero una sucia e inmoral ofensa para el séptimo arte hayan disfrutado de lo lindo de estos trescientos sesenta y cinco días de vacas flacas forzadas, porque no se verán en otra igual. Sus anhelos de unas pantallas sin tipos vestidos con capa y con los calzoncillos por fuera empiezan y acaban aquí, al menos en un futuro próximo. 2021, bien sea en salas o en alguna plataforma de streaming si las condiciones lo precisan, nos los devolverán frescos e impolutos.
La reliquia maldita trotacivilizaciones
Ya han pasado un buen puñado de años, casi más de los que usted o yo aguantaríamos en plena forma, desde que la heroína de DC tomará partido en el transcurso de la World War I para decidir su curso. ‘Wonder Woman 1984’ pega un salto temporal que nos sitúa en plena y estridente década de los ochenta.
Allí la buena de Diana Prince vive apaciblemente en el anonimato. Trabaja en el Smithsonian, toma partido brevemente en pequeñas fechorías de maleantes del tres al cuarto, y sufre en silencio la ausencia de su amado Steve Trevor, el gran daño colateral que sufrió la Mujer Maravilla en ‘Wonder Woman’ (Patty Jenkins, 2017). Pero la aparición de una extraña piedra capaz de hacer cumplir cualquier deseo está a punto de poner patas arriba su tranquila vida.
Una compañera de trabajo con complejo de don nadie y un desquiciado aspirante a magnate del petróleo con ínfulas, se verán también atrapados en la tela de araña de esta reliquia maldita trotacivilizaciones que amenaza el curso de nuestra existencia.
Poniendo a prueba el Warnergate
Así se inicia ‘Wonder Woman 1984’, la cinta que pondrá a prueba el modelo de lanzamiento instaurado por Warner para estos tiempos de pandemia. El de lanzar al mismo tiempo sus productos más palomiteros en cines y en HBO Max, su plataforma de streaming.
La ‘Dune’ de Denis Villeneuve, la ‘The Suicide Squad’ de James Gunn, o la próxima ‘Expediente Warren’ de Michael Chaves, serán las siguientes en salir a la palestra intentando respaldar un Warnergate que Christopher Nolan o el ya mencionado Villeneuve han afeado.
Una ‘Wonder Woman 1984’ entretenida pero que continua algo a la baja la estela de su buena predecesora por culpa de dos cosas. Un guion bastante endeble, y una Patty Jenkins que adolece de equilibrio entre lo que quiere hacer y lo que debe hacer dado el producto que tiene entre manos.
Un film, además, radicalmente alejado, en cuanto a tono y estilo real del producto, del anticipado durante meses por su línea de arte para el marketing promocional. Sus carteles nos ponían en la boca un caramelo en plan los últimos trabajos de James Gunn o Taika Waititi para Marvel; films luminosos, estridentes y festivos sin perder por ello aristas. Pero luego Patty Jenkins nos lo quita abruptamente de la lengua al entregar un trabajo final bastante gris y apagado, en tono y estilo visual, que adolece hasta de la personalidad que sí tenía su predecesora.
‘Wonder Woman 1984’ o más bien ‘Diana Prince 1984’
En ‘Wonder Woman 1984’ la realizadora californiana ha querido dotar de especial importancia a esa historia intimista y bienintencionada sobre la pérdida y la soledad que sufre nuestra protagonista en una época que no es la suya. Colocándola muy por encima del blockbuster puro y duro que es el film.
Cosa verdaderamente encomiable y que no me desagrada en absoluto. Lo que verdaderamente entorpece las aspiraciones de la película, y de Patty Jenkins como autora, es lo mal que ha equilibrado esas ansias personales con el objetivo obvio de la obra como producto palomitero que es. Algo que se echa mucho en cara cuando sucede a la inversa, por cierto. Pero que ahora, incomprensiblemente, se pretende pasar por alto.
Lo que el autor quiere contra lo que el estudio de turno pretende, y en este caso la directora no ha sabido equilibrar.
Últimamente se compara mucho el cine de superhéroes con parques de atracciones. Martin Scorsese abrió esa veda y muchos le han seguido como borregos en dicha corriente de opinión.
Si ‘Wonder Woman 1984’ fuese un Disney World, la primera atracción verdaderamente potente, y digna de recuerdo, tarda mucho en llegar. La heroína te saluda con efusividad al principio, sí. El prólogo de la película, con nuestra heroína jovenzuela y lozana, es muy jugoso. Pero luego se olvida de ti y te endiña a Diana Prince durante largo rato.
Luego es cierto que, de media película en adelante, se enlazan un par de set-pieces de acción bastante estimulantes. Pero es que al final, tres escasas atracciones muy mal repartidas a lo largo de dos horas y media de metraje que pueden llegar a hacerse pesadas, es un peaje demasiado caro solamente para llegar al corazón de Diana Prince.
Un guion por el que entra agua a raudales
Gran parte de todo lo mencionado anteriormente radica en su guion. Un torpe texto que dinamita en buena medida las buenas intenciones depositadas por sus artífices en el.
Y el gran problema no está en el hecho de que en la trama, lo puramente superherioco de ‘Wonder Woman 1984’, ya lo hayamos visto mil veces. Eso casi es un mal menor. El verdadero puñetazo al espectador llega en un tercer acto que se erige como inmenso agujero de guion para dar cabida a las aspiraciones dramáticas de Patty Jenkins, aun a riesgo de quedar como resultante un anticlímax total.
Por ello el histriónico y desatado Maxwell Lord de Pedro Pascal queda reducido a una vulgar y nada justificada excusa argumental que ríete tú de los villanos Marvel que quieren acabar con el mundo porque sí. Y la Barbara Minerva de Kristen Wiig a un brazo armado de muy poco fuste.
Todo el trabajo previo se va al traste por no saber equilibrar.
Nueva patada de Hollywood a Trump
‘Wonder Woman 1984’ también se orquesta como nueva patada de Hollywood a la entrepierna de Donald Trump. Los continuos retrasos han hecho que llegue cuando este ya ha perdido la Casa Blanca a manos de Joe Biden, pero nunca está de más una nueva colleja que para nada será la última.
Pedro Pascal se orquesta a modo de desenfrenado Donald Trump con mucho más que el peinado como parecido. Una doble lectura que demuestra las buenas intenciones que hay en el fondo de la película, junto con esa humanidad que se le da a la Diana Prince de Gal Gadot. Pero lo dicho, no han sabido equilibrar y al final la cosa se tambalea mucho.
¿El mensaje les ha quedado a Patty Jenkins y compañía tan poco sutil que parece obra del mismísimo Spike Lee? Sin ninguna duda. Pero a estas alturas, ya poco importa.
Nuestra valoración
Una respuesta a “Crítica de ‘Wonder Woman 1984’ (2020). Único bastión superheroico”