La quinta colaboración del director Peter Berg con su actor predilecto Mark Wahlberg, de título ‘Spenser: Confidencial’, resulta siendo generoso, una gran decepción. Hubo un tiempo en que a Berg se le intuían maneras de cineasta con empaque. Un creador capaz de contar historias con realismo, dotándolas de tensión. Lo hacía además aproximándose a temáticas diferentes: los entresijos del fútbol americano en ‘Friday Night Lights’ (2004); la minuciosa investigación tras los atentados de Boston en ‘Día de patriotas’ (2016); el horror vivido en una plataforma petrolífera tras un accidente en ‘Marea negra’ (2016).
Un ejercicio narrativo con reminiscencias al estilo visual de Michael Bay y Michael Mann que no han tenido continuidad en sus últimos trabajos. Estreno de Netflix, ‘Spenser: Confidencial’ es un thriller vulgar. Un material de desecho, prosaico en el fondo e indecente en las formas. Wahlberg da vida a un exagente que acaba de salir de la cárcel. Tras el asesinato de un policía se esconde una red putrefacta que el protagonista se dispone a aclarar. Un conglomerado en el que desfilan policías corruptos, mafiosos locales y hasta »Los Trinitarios», peligrosa banda latina, que en la cámara de Berg aparecen caracterizados como inocentes boy scouts.
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El desarrollo de la trama coquetea con el buddy film de tintes más cochambrosos. Gags sin gracia alternan con una acción anquilosada y vetusta. Todo a cuentas de un guión poco verosímil, que consume cualquier intento racional de secundarlo. Wahlberg ostenta a lo largo de todo el metraje un rostro de sorpresa bobalicona. Como si el subconsciente le revelara el atentado artístico que está perpetrando.
Una propuesta de este cariz no puede despedirse sin la gracieta de turno. Ese chascarrillo de medio pelo con el que finiquitar la función. En ‘Spenser: Confidencial’ adopta la forma de continuación. Una nueva aventura con la que desfacer entuertos, que dijera Don Quijote a su fiel escudero. Este humilde cronista no se apunta. Ya he perdido bastante el tiempo.