Cinco años después de la catedralicia e inalcanzable ‘Truman’ (2015) Cesc Gay, uno de los cineastas más certeros del panorama nacional, vuelve con ‘Sentimental’. Una suerte de ácida y ágil comedia romántica, a modo de divertidísimo tuppersex vecinal, que desde ya fantaseo con que en realidad sea una involuntaria (o no) precuela del segmento que ya protagonizaba Javier Cámara en la no menos excelente ‘Una pistola en cada mano’ (2012), también de Gay. Qué fijación la de este hombre con hacer que el bueno de Cámara se vacíe, emocionalmente hablando, frente a puertas entornadas de baños.
Un error en el tiempo verbal: chispa que prende la mecha
Julio y Ana invitan a sus vecinos de arriba a una merienda-cena. Bueno, en realidad les invita Ana ya que el pobre de Julio se perdió ese episodio en el que un timorato «tendríamos que invitar a nuestros vecinos» pasó a ser un categórico «he invitado a los vecinos». Por ello este decide vengarse amenazando con sacar a colación un tema que Ana pretende evitar a toda costa por resultarle incómodo e inapropiado: el mucho, tirando a excesivo, ruido que generan estos vecinos por las noches. Y no precisamente por escuchar AC/DC a todo trapo o por discutir continuamente a voz en grito como les pasa a ellos. Espero que ya se hagan una idea aproximada del tipo de ruido que producen estos vecinos.
¿Logrará Ana frenar a Julio o un error en el tiempo verbal será la chispa que prenda la mecha que arruine esta inocente picadita?…
Tensión conyugal sostenida
A partir de ahí Cesc Gay, fruto de un inteligentísimo texto en el que adapta su propia obra teatral, genera una especie de placentera y eficaz primera hora de metraje llena a rebosar de un continuo y solapado in crescendo de tensión conyugal sostenida, fruto de ese incómodo tema de conversación que sobrevuela esta quedada de vecinos sin acabar nunca de aterrizar definitivamente.
Pero es que, aun después de hacerlo de manera inesperada y por todo lo alto, el alunizar, ‘Sentimental’ sigue creciendo. Y lo hace hasta atracar en un tercer acto en el que la obra se resiente un poco. Llega un momento en el que es imposible subir más y solo puedes mantenerte o bajar. Y la cinta baja.
Una parte final de película en la que ‘Sentimental’ se sale de ese gozoso esquema en el que andaba sumergida para penetrar (sin dobles sentidos, por favor) en una especie de pretendidamente moralista terapia de pareja que nunca acaba de encontrar su lugar.
La base del teatro: el actor
La dirección de actores es otro de los fuertes de Cesc Gay, y en ‘Sentimental’ no brilla menos ese apartado.
Javier Cámara está estupendo, el cineasta catalán es uno de los que mejor exprimen al actor, qué duda cabe. No por algo han compartido trayecto durante los últimos tres trabajos del cineasta. Y una Griselda Siciliani que se estrena profesionalmente en España tras saltar el charco desde su Argentina natal compone una buena y sólida segunda mitad del tándem protagonista. La otra parte de la obra la conforman unos siempre solventes Belén Cuesta y Alberto San Juan.
En líneas generales los cuatro interpretes demuestran habérselo pasado genial en el rodaje de ‘Sentimental’, una agradable sensación que por descontado transmiten al espectador.
Nuestra valoración
2 Respuestas a “Crítica de ‘Sentimental’ (2020). Tuppersex vecinal”