Disney estrena con ‘Raya y el último dragón’ el modelo de exhibición híbrido para tiempos de pandemia, el de mitad cines mitad streaming. Ese que ya patentara el año pasado Warner con ‘Wonder Woman 1984’ (Patty Jenkins, 2020). Y lo hace con una entretenida aventura de corte fantástico, aunque eminentemente referencial, que el pasado 5 de marzo aterrizó tanto en salas como en Disney+. Aunque en esta última lo hace, durante lo dos próximos meses, bajo el llamado Acceso Premium. Lo que implica abonar 21´99 Euros más la pertinente suscripción mensual. A partir de mayo su visionado será libre y únicamente supeditado a la suscripción mensual al catálogo de la compañía del ratón Mickey.
Disney ya probó el estreno directo en su plataforma el año pasado con tres títulos: ‘Mulán’ (Niki Caro, 2020), ‘Artemis Fowl’ (Kenneth Branagh, 2020) y ‘Soul’ (Pete Docter & Kemp Powers, 2020). El primero tuvo el condicionante del Acceso Premium, un peaje que los dos siguientes se ahorraron. Ahora ‘Raya y el último dragón’ recupera el precio añadido en esa ambigüedad de probaturas y experimentos que se trae Disney en aras de que se estabilice el mercado.
Un virus llamado ser humano
Kumandra, antaño próspera tierra en la que seres humanos y dragones vivían en paz y armonía, beneficiándose los unos de los otros. Los dragones proporcionaban agua, lluvia y paz, mientras los humanos los idolatraban cual dioses. Pero he aquí la llegada de los Druun, una especie de incorpóreos espíritus malignos cargados de energía negativa capaces de convertir a cualquier ser vivo en piedra. Dicha plaga rompió la tan beneficiosa paz puesto que los dragones hubieron de unirse y entregar su vida a cambio de acabar con ellos.
Cinco siglos más tarde el único vestigio que quedó de los dragones, en una Kumandra dividida en facciones en encarnizada lucha constante, fue una poderosa gema custodiada en una de ellas: la región Corazón. Pero Cola, Garra, Columna y la especialmente sibilina Colmillo, las otras cuatro regiones, no piensan renunciar a su trozo del pastel. Por ello, en una reunión de amistosos fines promovida por Benja, el jefe de Corazón, para alcanzar una alianza, una encerrona de las otras facciones da como resultado la rotura en pedazos de la gema, y el consiguiente retorno de los dañinos Druun.
Siete años después de esa emboscada, Kumandra no solo está más rota que nunca, sino que gran parte de la población ha sido transformada en piedra. Raya, la hija de Benja, está decidida, cual adalid del continente, a reunir de nuevo las piezas de la gema para unirlas. Cree fervientemente que así acabará con los Druun y, quizás, logre unir de nuevo al continente.
Demasiada gente y nadie al mando
Bajo esa premisa a medio camino entre la épica leyenda de notable influencia oriental y la cinta de aventuras, avanza ‘Raya y el último dragón’. Obra con Don Hall y Carlos López Estrada a los mandos, y co-dirección de Paul Briggs y John Ripa. Y por si cuatro directores os parece muy bestia, veréis cuando nos adentremos en el universo guionistas.
Y es que precisamente ahí radica mi mayor desavenencia con este último trabajo de la factoría animada de Disney. Un film por lo demás impecable pero que peca de no tener una raya que lleve a todo el equipo en la misma dirección. Demasiadas voces se alzan entre directores, guionistas e historietistas en un producto final peligrosamente cercano a esa Kumandra anárquica en la que nadie se erige como antorcha.
Trabajo de comité
Que no quepa lugar a dudas, ‘Raya y el último dragón’ es una propuesta de altura. Que nada de lo que a partir de aquí vierta en contra del film nuble dicha opinión. Pero es que queda muy en evidencia que la propuesta, fruto de ese aparente brainstorming, surge más de un frío comité que de otra cosa. Y al final le pesa más de lo que pudiera parecer. A ver, es cierto que como proyecto de comité está bastante por encima de la media a la que suelen llegar ese tipo de propuestas. Pero es obra de comité.
Qui Nguyen & Adele Lim firman un guion en cuya historia han participado, en este orden: Paul Briggs, Don Hall, Adele Lim, Carlos López Estrada, Kiel Murray, Qui Nguyen, John Ripa y Dean Wellins. Un crossover que ni Los Vengadores y la Liga de la Justicia juntos. No he entrado yo de milagro. Ríete tu del número de guionistas de ‘Borat, película film secuela’ (Jason Woliner, 2020). Y claro, en el resultado final se nota.
Tres son las obras a las que evoca directamente ‘Raya y el último dragón’. Y no solo porque en espíritu aluda a ellas, sino porque hay escenas que directamente son calcadas sin reparos. Di que sí, fuera sutilezas. Hablo por supuesto de la saga ‘Indiana Jones’, el universo ‘Star Wars’ en general y ‘The Mandalorian’ en particular, y la serie ‘Juego de tronos’.
Ahora bien, de las cosas que lo petan ahora mismo, y ya puestos a ser hiper referenciales sin vergüenza ninguna, al séquito de argumentistas les ha faltado, por ejemplo, incluir alguna que otra partidita de ajedrez.
En fin, que no digo que esté mal tener unas marcadas y claras referencias. A mí es algo que me encanta y valoro mucho, pero usado con inteligencia. Cosa que aquí brilla por su ausencia. En ‘Raya y el último dragón’ da la sensación de que han caído más en ellas por ser productos capaces de atraer a una buena cartera de clientes que por amor a esas obras.
Buenos propósitos
Aparcando lo anterior ‘Raya y el último dragón’ es un trabajo muy estimable, como ya he dicho antes. Es entretenida, muy lograda visualmente y con una gran carreta de buenos propósitos muy apegados además a la actualidad. Pero todo eso son cosas con las que, a estas alturas y hablando de Disney, ya deberíamos contar. Así que computan menos.
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