‘Mass’, título de la primera incursión tras las cámaras del polifacético Frank Kranz, huele a historia con empaque. A cine profundo. Es de esas propuestas que permanecen en la retina. Se sumerge en el delicado y laberíntico mundo de las relaciones establecidas entre víctimas y victimarios, transcurrido tiempo tras la afrenta. Isabel Coixet ha dejado en ‘Maixabel’ un ejemplo de cómo afrontar la temática, a partir de la historia real de una viuda, cuyo marido fue asesinado por ETA, y el terrorista que apretó el gatillo.
Una vez arrepentido, pide verla en la cárcel donde cumple condena. Ambas propuestas divergen en el tono, pero comparten subtexto: la necesidad del perdón, de conocer razones y motivos para seguir adelante. Conscientes de lo divisivo del asunto, con tantos detractores como partidarios, agradezco a sus autores la ausencia de golpes bajos, mimando guiones que huyen de tentaciones moralizantes.
Cuatro actores que llenan la pantalla
Minimalista en escenarios, narra el encuentro de dos matrimonios. El hijo de uno provocó la enorme tragedia en la que se vio involucrado uno de los vástagos del otro. Kranz pone sus actores a dialogar (Jason Isaacs, Martha Plimpton, Ann Dowd, Reed Birney), tremendo el despliegue interpretativo de los cuatro, haciendo creíbles posturas, a priori incompatibles, pero que comparten el denominador común de las dudas e incertidumbres frente a circunstancias disruptivas. En ese ejercicio de contradicción, de preguntas y respuestas que vienen y van, donde lo relativo adquiere pleno significado, ‘Mass’ se hace grande.
El perdón, la necesidad de entender lo incomprensible, pensar en qué se hizo mal en el pasado, ponerse en piel ajena, el padecimiento por los hijos, amén del sentimiento de culpa, empapan unas conversaciones que hilan fino al escrutar los senderos del dolor. No es baladí que el encuentro de estas personas tenga lugar en una iglesia, ni que la facilitadora del encuentro sea una abogada (una vez que las partes hayan renunciado a seguir litigando). Religiosidad, pleitos, armas. Un mejunje muy americano para una película de emociones universales.
Nuestra valoración