‘Light of My Life’ comienza con un padre (Casey Affleck) que le está contando a su hija (Anna Pniowsky), dentro de una tienda de campaña, una versión un tanto suigéneris del arca de Noé. Sirva este inicio como metáfora de las intenciones de la película. El entorno, el frío bosque en que acampan, la ausencia del sol tapado por perennes nubes, visualizan el implacable invierno que se cierne sobre sus vidas.
Padre e hija en soledad
Deambulan solos por el bosque, evitando en lo posible el contacto con otras personas. Cuando este se produce, la incomodidad del padre evidencia que hay algo de anormal en el camino emprendido por los personajes. La caracterización de la niña como un chico, en el que su progenitor pone especial esmero, anuncia unas motivaciones que se dosifican con oficio.
Tiempo atrás, un extraño virus ha acabado con la casi totalidad de la población femenina del planeta. Se abre pues la vía a la extinción de la especie humana. Affleck pone el guión a su servicio. Sin embargo, el lucimiento de sus cualidades interpretativas no puede esconder las carencias argumentales de las que ‘Light of My Life’ hace gala.
La interpretación de los protagonistas, lo mejor del film
La relación paterno filial, con inteligentes diálogos, me parece sugerente. Loable la búsqueda de una madurez acelerada, por lo que pueda pasar. Me llegan el padecimiento y los temores de este padre. Su esfuerzo titánico por mantener oculta la condición de lo que más quiere. ¿Qué ocurriría con su hija de aflorar su identidad? Convertirse en cobaya, ser usada con fines reproductivos para evitar el desastre, o Dios sabe qué. Hercúlea tarea la de un hombre que transmite su propia fragilidad.
Affleck juega con una indefinición que provoca sensaciones encontradas. Lo que sirve para agudizar la imaginación del espectador, conlleva que la explosión de la distopía quede a medias. Da la impresión de que ‘Light of My Life’ daba para más.
Su estreno, el próximo 11 de octubre.