Netflix estrena simultáneamente dos producciones propias que tienen al mundo del fútbol como eje vertebrador: ‘Un juego de caballeros’ e ‘Hinchas radicales’. La primera es una miniserie que se desarrolla en Inglaterra a finales del siglo XIX. Tiempos en los que este juego aún poseía esa brizna de romanticismo aportado por lo amateur. La segunda supone el debut de Francesco Lettieri, introduciéndonos en el mundo de los aficionados ultras. La acción se sitúa en Nápoles. »Los Apache» son un grupúsculo radical (ficticio pero extrapolable a cualquiera de los muchos que proliferan).
Lettieri llena la pantalla de testosterona para ensamblar un drama sólido, vigoroso. Presenta a personajes primitivos, sin un ápice de complejidad, despojados por entero de cualquier ideología. Un atinado retrato de la violencia per sé. Las peleas, la búsqueda de notoriedad a partir del mamporro y el exceso como válvula de escape de ambientes socialmente deprimidos, se configuran como los verdaderos acicates. Para ello el individuo queda a merced del grupo. Su iniciativa personal debe subordinarse a una suerte de reuniones asamblearias en las que el más fanático lleva las de ganar. Por ello, en ‘Hinchas radicales’ el fútbol se mueve siempre entre bambalinas. Si no existiera, se encontraría con prontitud otro pretexto para encauzar todo ese torrente de frustraciones. La ventaja que aporta el deporte rey es ser fenómeno de masas. Eso les pone en el candelero.
Gran dirección de actores
Los personajes principales están interpretados por Aniello Arena y Ciro Nacca, ambos magníficos. El primero es un cincuentón, jefe de »Los Apache», con un largo historial de brutalidad a sus espaldas. El amor y la edad harán que esté de salida. Desea cambiar de vida, abrazar cierta normalidad. Justo lo contrario que el segundo. Con 16 años idolatra al líder, lo tiene como modelo a imitar. El choque generacional se atisba inevitable.
‘Hinchas radicales’ mima su aspecto visual. Luce un ambiente de suburbio marginal, degradado. Rara vez los personajes aparecen sólos. Como si por sí mismos resultaran insignificantes. Lettieri, que se luce en la dirección de intérpretes, no acierta con el tono en la parte final. La veo demasiado contenida, ordenada. Algunas de esas escenas pedían a gritos una mayor crudeza y brusquedad, en lugar de apostar por un desenlace tan escrupuloso.