Crítica de ‘Ambulance. Plan de huida’ (2022). Pirotecnia sin brillo
No es la disección de personajes algo en lo que el director estadounidense Michael Bay se recree en demasía. Las historias que cuenta pasan sobre ellos dejando escaso poso, abrazando sin complejos una amalgama de estereotipos que despejan el camino hacia las hostilidades. Parece que en este tipo de cine la complejidad es una china en el zapato. Su última película, ‘Ambulance. Plan de huida’, no altera un ápice este guion.
Estamos en la ciudad de Los Ángeles (California). Yahya Abdul-Mateen II da vida a un esposo desesperado por conseguir dinero para que su cónyuge pueda recibir el tratamiento médico experimental que la aseguradora de rigor le niega. No tiene más remedio que recurrir a su hermano adoptivo (Jake Gyllenhaal). Un sujeto de pasado turbulento que lo inmiscuye en un atraco a una entidad bancaria. Cuando el robo sale mal, tratan de escapar de la policía en una ambulancia junto a un agente herido y una paramédica.
El recorrido por la ciudad de Los Ángeles, lo mejor de la cinta
La cinta deriva en una persecución sin cuartel por la megaurbe californiana, de la que Bay es oriundo. Notorio que conoce a la perfección el entorno, proporcionando impactantes imágenes de una ciudad inabarcable. Es lo más destacado de la propuesta. Desatada la acción, ‘Ambulance. Plan de huida’ tira de pirotecnia con escaso brillo, alargando el metraje hasta las dos horas y cuarto. Más frenética que vibrante, más aparatosa que espectacular, la película acaba por agotarme pese al buen desempeño del elenco.
Principales y secundarios cumplen, haciendo más llevadera una evasión inverosímil. Hombre bueno víctima de las circunstancias, llevado al lado oscuro por compromiso hacia seres queridos, relaciones entre personajes forjadas en condiciones turbulentas de imposible asunción y algún que otro guiño moralista, conforman un armazón esquelético y trillado que permanece poco en la retina.
La película es un remake de la cinta danesa ‘Ambulancen’ (2005) dirigida por Laurits Munch-Petersen. Está disponible en Netflix y espero verla, por si puedo quitarme el mal sabor de boca.
Nuestra valoración
Crítica de ‘Ambulance. Plan de huida’ (2022). Puro Michael Bay
Un lustro más tarde, que se dice rápido pero se sufre lento, volvemos a recibir en una sala de cine, cual maná caído del cielo, a Michael Bay. El único lugar en donde debería prescribirse a Micheal Bay. Y no sé si es fruto de la hambruna desmedida que había del cineasta en pantalla grande, o es que en realidad es un peliculón en letras mayúsculas, pero ‘Ambulance. Plan de huida’ me ha hecho hincar la rodilla una vez más ante el adalid de las explosiones y la testosterona.
‘Transformers, el último caballero’ (2017) fue lo último que vimos del realizador en salas. Y si queremos encontrar algo que no tenga relación con los juguetitos de Hasbro, hay que remontarse a ’13 Horas, los soldados secretos de Bengasi’ (2016). Dos trabajos de aspiraciones muy diferentes que, cada uno en su respectiva liga, nunca van a estar entre mis favoritos de Michael Bay. Su film más reciente es ‘6 en la sombra’ (2019), una más que reseñable cinta al servicio de Netflix que, por ello, quedó limitada a las pequeñas pantallas.
Quirófano on the road
Un Michael Bay tan jugón como de costumbre, y más autorreferencial que nunca, con menciones directas a estandartes de su filmografía como ‘Dos policías rebeldes’ (1995) o ‘La roca’ (1996), e indirectas a la saga ‘Transformers’ en un speech del personaje de Yahya Abdul-Mateen II que deja patente el hartazgo final de Bay con la saga, por bien que se lo pasara haciéndolas, nos trae ‘Ambulance. Plan de huida’.
Remake de la película danesa de Laurits Munch-Petersen ‘Ambulancen’ (2005), la obra nos presenta a Will Sharp (Yahya Abdul-Mateen II), un abocado veterano de guerra acuciado por mil y una facturas médicas. Cuando el país por el que ha dado la vida le da la espalda una vez tras otra, no le queda otra que recurrir al buscavidas de su hermano adoptivo: Danny (Jake Gyllenhaal). El plan es simple: robar un banco. El botín: 32 millones de dólares. Pero como de costumbre, algo sale mal. Tanto Will como Danny acaban teniendo que secuestrar una ambulancia que pasaba por allí para huir del polvorín en que se ha convertido el lugar. Pero el vehículo lleva dos inoportunos, o quizás no, pasajeros: Cam (Eiza González), una sanitaria; y Zach (Jackson White), un policía tiroteado durante el robo. El tal White, por cierto, hijo de Katey Sagal. A la que los devotos de ‘Sons of Anarchy’ sabrán ubicar.
Pero volvamos al asunto, con esos dos invitados de última hora a bordo de la ambulancia comienza la huida. Por delante: una jungla de asfalto de más de mil trescientos kilómetros cuadrados llamada Los Ángeles, toda la policía y la atención mediática detrás de ellos, y un incierto destino que parece cambiar a cada segundo.
‘Ambulance. Plan de huida’: a falta de un «basado en hechos reales» para ser perfecta
Desde el momento en que se hizo pública la sinopsis oficial de ‘Ambulance. Plan de huida’, e incluso desde que se supo que Michael Bay estaría detrás del percal, reconozco que no las tenía todas conmigo. Todo en el proyecto supuraba desconfianza, me resultaba como encerrar a un alacrán en una caja de cerillas. Pero he aquí que, tras gozar de la cinta como cerdo en cochiquera, me tengo que tragar mi poca fe.
La película son más de dos horas de pura y dura tensión que se pasan en un suspiro, con set-pieces absolutamente sublimes y un notable ritmo. Un adrenalínico thriller de acción con la impecable factura técnica y visual que acostumbra el cineasta. Una cinta que en su desenlace incluso se rebela como involuntario, o puede que no tan involuntario, homenaje a los sanitarios.
Sí. Los detractores de Michael Bay casi mejor que se aparten a la orilla de la calzada, a riesgo de ser arrollados sin piedad por ‘Ambulance. Plan de huida’. Si lo que buscáis es rigor y lógica, meteros a ver una Ryûsuke Hamaguchi y cerrad la boca. ¡Pesados! Un film, este de Bay, al que solo le falta un «basado en hechos reales» para ser perfecto. Y por cierto. Queda patente que el realizador es fan de ‘Perdita Durango’ (Álex de la Iglesia, 1997). Los desenlaces de ambas pelis, o al menos su espíritu: siameses separados al nacer.
Nuestra valoración: