Más corazón y menos cabeza no le habría sentado nada mal a ‘Alita, ángel de combate‘. Una entretenida, aunque efervescente sci-fi de acción que, para mi pesar, vive más pendiente de crear un universo entorno a ella y de la moralina fácil que de ese placer actioner al que se pinta.
Esa batalla cabeza Vs. corazón del párrafo anterior se puede extrapolar perfectamente a un James Cameron Vs. Robert Rodríguez. En ‘Alita, ángel de combate’ lo cerebral y desapasionado de Cameron acaba sepultando lo visceral y gozoso de Rodríguez, craso error cuando armas un producto con un espíritu tan de serie B como este. Si lo que James Cameron quería era una obra racional, que hubiese puesto en la silla del director a un Neill Blomkamp, por ejemplo. Pero colocar a Robert Rodríguez para limitarle tanto su tendencia al gozo de lo intrascendente, pues no. Y eso frena «Alita, ángel de combate». Tú, como espectador, quieres entregarte al festival actioner sin pretensiones, pero la película se va en demasiados momentos directa al desarrollo innecesario, lo que la condena.
Y el manga se hizo carne
Un médico encuentra en un vertedero, entre los vestigios de una civilización anterior, el cerebro de una cyborg abandonado. Este lo dota de un cuerpo, y ahí comienza la andadura de Alita, un ser aún inocente en un mundo despiadado. Cabe destacar que la cinta es una adaptacion del manga japones de Yukito Kishiro.
En lo narrativo y argumental, eso en lo que Cameron pretende poner tanto empeño, ‘Alita, ángel de combate’ va de más a menos. Toda la primera mitad de metraje resulta estupenda e inesperadamente adictiva. Un canto a la sencillez sustentado por un personaje central que te gana. Ella conociendo mundo y el mundo conociéndola a ella, no hay más. La Alita de Rosa Salazar es puro amor, emulando al mejor Andy Serkis y su amado motion-capture. Una necesaria heroína en tiempos de empoderamiento femenino que comanda con maestría y soltura toda la primera mitad de metraje.
Pero a medida que la cinta avanza, y vista la sencillez del conjunto, James Cameron y su equipo deciden complicar la cosa. Una retahíla de secundarios de atrezzo y sus inanes conflictos van haciendo acto de presencia. El destino de todos ellos es converger con el personaje central del relato, y embarrar toda la obra, porque no decirlo. Desembocando todo ello en un tercer acto con miles de pequeños finales en el que ya todo me daba igual. Al final incluso se me hizo larga ‘Alita, ángel de combate’. Llega un momento en que no sabes qué es principal y qué secundario, y creo que los guionistas andaban con el mismo cacao mental.
Cultura masoquista, body horror y otras bestias
Visualmente ‘Alita, ángel de combate’ tiene un excelente nivel. Al igual que en la no muy lejana ‘Ready player one’ (Steven Spielberg, 2018), y en contra de mi creencia, no cuesta nada entrar en su festival CGI. Y una vez dentro todo es disfrute en un film hecho para verse en una pantalla de cine, cuanto más grande, mejor. El festival de cyborgs inventivos, cultura masoquista y body horror se da la mano con unas set-pieces de acción muy efectivas, aunque breves gran parte de ellas.
En definitiva, está claro que ‘Alita, ángel de combate’ es más de lo que esperábamos. En eso estamos de acuerdo. Aunque la frase es un poco engañosa porque, en realidad, no esperábamos nada de ella. Así que no caigamos en el error fácil de pensar que, por ser más de lo esperado, la cinta de Robert Rodriguez es buena. En realidad, dista de serlo.
Eso sí, no he quedado con muchas ganas de seguir explorando su universo. Cosa que parece ser quieren hacer si la taquilla de esta acompaña.