4x4

Crítica de ‘4×4’ (2019). Justicia por su mano

Mariano Cohn se acerca en ‘4×4’ al conflictivo mundo de la delincuencia. Para ser precisos, a las reacciones o respuestas que se deben dar a un fenómeno que tiene en pie de guerra a gran parte de la sociedad argentina. La inseguridad, unida a la extendida sensación de impunidad que rodea a los malhechores, solivianta a gran parte de la población, que ve con buenos ojos la aplicación de la antiquísima ley del talión.

Un joven (Peter Lanzani), roba un todoterreno aparcado en plena calle. Un hurto rápido y quirúrgico. Tomar el ordenador de abordo, algún que otro objeto de valor y salir echando leches. Aún le queda tiempo al ladrón de orinar en los asientos traseros del vehículo, escatológica acción que muestra el desprecio del sujeto ante la propiedad ajena. El problema surge al intentar salir del coche. No puede. Blindado, insonorizado, con los cristales tintados, va a resistir el coche la fuerza bruta del protagonista en sus desesperados intentos de salir al exterior. Herido, va a pasar largas horas, varios días encerrado, en compañía de una creciente impotencia.

Peter Lanzani carga la propuesta sobre sus hombros

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El thriller descarga su éxito en Peter Lanzani. Observo a un actor competente. Su rostro y rasgos van afrontando la tortura a la que es sometido por su captor. ‘4×4’ gradúa con realismo los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa a lo largo de su cautiverio. Desde el desconcierto inicial, el nerviosismo consiguiente, el paso implacable del tiempo que todo lo aplaca, para acabar en el desmoronamiento físico y mental. Todo me parece verosímil, lo sigo con interés. Sin embargo, observo a un actor que no anda sobrado de carisma. Condición innata esta, exclusiva de unos cuantos elegidos, que no parece susceptible de adquisición en las escuelas de interpretación.

El secuestrador entra en escena

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El responsable del confinamiento (Dady Brieva) es un personaje que asegura ser doctor. Le llama de vez en cuando al teléfono del coche, rompiendo su soledad mediante conversaciones banales, en un tono con reminiscencias robóticas, que transmiten un acertado ambiente malsano.

Cuando por fin aparece en escena, lo inquietante de su aureola se desmorona. Presencio un final simplista. Me sabe a alegato con tintes de moralina. En ‘4×4’ conviven dos partes diferenciadas. Una primera que plantea un suspense con aromas distintivos, que queda huérfana por un desenlace al uso.

Tráiler de ‘4×4’

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