Se levantaron los vientos de invierno, y con ellos se llevaron una de las mayores epopeyas de la historia de la televisión.
Juego de Tronos, la serie de HBO dedicada al universo fantástico que creó George R.R. Martin, llega a su final después de 8 temporadas y 73 episodios que quedarán con toda seguridad grabados a fuego (valyrio) en las retinas de todos nosotros en lo que ha sido el mayor evento generacional para la cultura pop la última década. Con sus virtudes y sus defectos.
Y es que no se puede hablar de Juego de Tronos sin hablar de todos los claroscuros que ha dejado esta última temporada. Una temporada marcada por esa sensación final de “lo que podría haber sido.”
El arte de escribir buenos finales es, bueno, precisamente un arte. David Benioff y D. B. Weiss contaban con un tapete de partida de siete temporadas desarrollando las historias de una forma magistral, que han desembocado en este evento televisivo sin precedentes. Y la sensación es que desde que George R.R. Martin los dejara volar solos dejaron de hacerlo como lo harían los dragones de los Targaryen, un vuelo firme y noble, para hacer más bien un aleteo torpe, con un muy aparatoso aterrizaje.
La octava temporada de Juego de Tronos tiene fallos, muchos. Y está a años luz de el nivel de temporadas anteriores, pero también nos ha dejado cosas buenas.
Voy a tratar de destripar todo lo bueno y también lo malo que nos ha dejado esta temporada final de lucha por el Trono de Hierro.
“Valar Morghulis”
Si algo ha caracterizado siempre a Juego de Tronos ha la riqueza de su narrativa, sus personajes complejos y bien desarrollados y las tramas donde el cómo lo cuentas prima sobre el qué estás contando. Y en la última temporada todo esto se derrumba y nos encontramos con que David Benioff y D. B. Weiss, los showrunners de la serie y escritores de esta, han demostrado que una vez se quedan fuera del paraguas de todo lo escrito por George R.R. Martin su historia se vuelve simple, inverosímil, y por qué no decirlo, muy mal escrita. Demostrando así que no son más que buenos adaptadores, no buenos guionistas. Y una serie de la envergadura de Juego de Tronos se merecía algo mejor.
Los guiones escritos por D&D esta temporada han sido los más irregulares de la serie, anticlimáticos incluso. Y el problema no reside únicamente en cómo se han ido quitando tramas y personajes de encima, de una forma torpe y traicionera, sino que además tenían sobre el tablero historias tan interesantes como la de Arya y el Dios de Muchos Rostros, o Jon y su apellido Targaryen, que apenas han tenido una relevancia real en la historia.
Lo que hacía esta serie diferente a las demás era que se caracterizaba por la narración cuidada, fraguándose a fuego lento y tejiendo una red inmensa de personajes y tramas, grandes casas, criaturas fantásticas y pueblos en guerra. Pero todo en la historia era coherente y verosímil. Cosa que no ocurre en la última temporada, donde nos encontramos con agujeros de guion terribles, uso de artimañas tan cutres en escritura de guion como el uso de deus ex machinasy lo que más lástima me da, el maltrato de los personajes y sus arcos narrativos. El hecho de que eventos fundamentales como las muertes de personajes tan importantes e idolatrados como Cersei o Daenerys generasen una sensación de indiferencia, en el mejor de los casos, es el peor síntoma de lo que es esta temporada.
La crónica obsesión de D&D por darnos sorpresas constantes con giros de guion inesperados termina consiguiendo el efecto contrario al deseado, sacrifican la coherencia interna de la historia para conseguir pillarte por sorpresa. Pero la cuestión es que hacer tu obra impredecible no la hace buena o mala, lo que la hace buena o mala es ser o no verosímil, y aunque esta temporada tiene muchos momentos impredecibles, por desgracia, es inverosímil.
“Esto es lo que hago. Bebo y sé cosas”
Partiendo de la base de que los últimos capítulos de la serie no han estado a la altura, al César lo que es del César y al Trono de Hierro lo que es del Trono de Hierro. Hay cosas buenas que consiguieron salvarse del fuego de dragón.
Y es que quien sí ha estado a la altura ha sido Ramin Djawadi, el compositor de la banda sonora de Juego de Tronos nos regala esta temporada otra sensacional composición musical. El manejo de los temas del compositor irano-alemán durante toda la serie ha rozado la excelencia, pero en esta temporada consigue hacer evolucionar los temas latemotívicos de los personajes a cuotas nunca vistas antes en la serie, y dejándonos auténticas maravillas como el tema “The Nigth King” en el episodio “La Larga Noche” (8×03 The Long Nigth), o «Ligth of the Seven» en «Vientos de Invierno» (6×10 The Winds of Winter) donde se desarrollan auténticas batallas orquestales, que no sólo subrayan la narración del relato, sino que llega a dominarla a veces.
Quienes también se salvan de la quema son los directores Miguel Sapochnik (5×08 Hardhome, 6×09 Battle of the Bastards, 6×10 Winds of Winter) que dirije esta temporada las dos grandes batallas, «La Larga Noche» (8×03 The Long Nigth) y «Las Campanas» (8×05 The Bells), que si bien a nivel narrativo y de guion eran flojos, la dirección de Sapochnik es brillante, característico de esos largos travellings y con un dominio para sostener la tensión dramática y el ritmo que casi corta la respiración. Un maestro en el lenguaje de planos.
Otro de los directores que dejaron su marca en Juego de Tronos es David Nutter (3×09 The Rains of Castemere, 5×09 The Dance of Dragons). Dirige la mitad de los episodios de la octava temporada «Invernalia» (8×01 Winterfell), «El Último de los Stark» (8×04 The Last of the Starks) y el que es para mí uno de los mejores episodios de la serie (sí, esta nefasta temporada tiene uno de mis episodios favoritos) «Caballero de los Siete Reinos» (8×02 A Knight of the Seven Kingdoms) es una auténtica maravilla que confirma a Nutter como genio del contraste dramático y del foco narrativo.
Ambos directores han hecho maravillas con el material del que disponían, guiones descuidados en este caso, y aplaudimos por ello.
Quiero destacar también el maravilloso trabajo actoral de Lena Headey y Peter Dinklage como Cersei y Tyrion Lannister, demostrando una vez más que son los dos actores mejor dotados de la serie. Tan sublime como breve, ya que sus personajes son de los más desaprovechados de la temporada.
Y Cersei, tú siempre serás mi reina.
“Cualquier hombre que tenga que decir ‘yo soy el rey’ no es un rey de verdad”
No es ninguna locura decir que un mal final puede arruinar una gran serie y arrastrarla al ostracismo, pero no se si es porque después de todo lo decepcionante que vi durante la temporada o porque comenzaba a invadirme la nostalgia de despedirme de una vieja amiga, que decidí abrazar el accidente que tenía ante mi y yo quedé satisfecho con el final.
Dentro de lo que ha sido esta temporada, creo que ha sido un final coherente y digno para muchos personajes que fueron maltratados durante el desarrollo. Hablo de Sansa, la verdadera imagen del empoderamiento de la mujer. O de Jon, que después de ser bastardo, Lord Comandante, Rey en Norte y legítimo heredero al Trono de Hierro, por fin es libre.
No es mi final soñado, ni de lejos. Pero creo que es coherente y predecible.
Un final donde las grandes heroínas y hombres legendarios no son más que tinta y papel. Que los hombres y mujeres que realmente sostienen esas historias, lejos de ser héroes de acción, puede ser gente baja cuna, tullidos, mujeres de honor y enanos.
Ha sido un viaje de ocho años muy ajetreado, pero ha merecido la pena que nos ayuden a recordar que lo importante es defender nuestra memoria, nuestra historia. Porque, ¿qué sería de nosotros sin historias?
Y ahora su guardia ha terminado
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