La miniserie ‘Sherwood’, seis episodios, disponible en el catálogo de Filmin y producida por la BBC, tiene algo de terapia de grupo. Un ejercicio de catarsis personal por parte de James Graham, guionista de la serie, con el que mirar al futuro, librarse de traumas, reconciliarse con sus raíces, despojándose de pesadas ataduras. Nos acerca al Condado de Nottinghamshire. A mediados de los 80 esta comunidad vivió un conflicto laboral que sacudió los cimientos del lugar y traspasó fronteras.
Una huelga de mineros que fracturó a sus habitantes. Sobre las cenizas de aquel conflicto y unos sindicatos derrotados emergió la figura de una señora muy de derechas que pasó a la historia como la »Dama de hierro» y una política neoliberal que cambió el destino de la nación. Graham fija su atención en las heridas a nivel local, entre vecinos e incluso miembros de una misma familia. Se acabó el carbón pero las consecuencias de aquellas rencillas siguen aún latentes.
Actuaciones ajustadas, verosímiles
‘Sherwood’ adopta un tono melancólico y crepuscular. Lugareños vencidos por el paso del tiempo, atormentados por lo que pudo ser y no fue. La protagonizan David Morrissey y Robert Glenister, en la piel de sendos investigadores. El primero es oriundo del lugar, el segundo viene de Londres, aunque su carrera profesional transcurrió en sus inicios en dicho condado. Han pasado treinta años de la histórica huelga e intentan resolver dos asesinatos. Se articula un thriller con derivaciones políticas al mejor estilo de Ken Loach. Sin maniqueísmos y subrayados impone una atmósfera inquietante al bucear en el pasado de los personajes, con flashbacks pertinentes que incrementan la tensión.
No los juzga, mantiene una aséptica distancia hacia su proceder. Los secundarios están bien construidos y conforman un microcosmos dónde secretos, rencillas, olvidos y envidias nutren una comunidad asfixiada por el silencio. La miniserie va de menos a más. Enfrentado a decisiones narrativas inherentes a toda propuesta basada en la intriga, Graham se decanta siempre por la simplicidad, alejándose de golpes de efecto y giros inverosímiles.
Muy buena.
Nuestra valoración