A lo largo y ancho de la Europa ocupada por Alemania durante la II Guerra mundial, sobre todo en Polonia, florecieron los tristemente célebres campos de concentración. Lugares de exterminio industrial de judíos y otros enemigos de la raza aria. Que un capitoste nazi, guardia en uno de ellos, sobresaliera por su atrocidad, adquiere un mérito siniestro. ‘El nazi Iván el terrible’, documental de cinco capítulos que emite Netflix, es un drama judicial de reluciente factura. Casi cinco horas para desgranar el juicio que se siguió en Israel contra un jubilado, ciudadano americano de origen ucraniano, John Demjanjuk.
Un hombre normal, acusado de ser una bestia
Afincado en Clevealand, antiguo trabajador de una fábrica de Ford, religioso, familiar y bien considerado dentro de la comunidad, va a seguir un patrón muy similar al de otros genocidas, que buscaron en el anonimato de una vida abúlica, una vía para no rendir cuentas de sus actos. Acusado de ser Iván el Terrible, un guardia de Treblinka aficionado a la tortura de judíos, va a ser extraditado a Israel.
‘El nazi Iván el Terrible’ sigue el tortuoso proceso judicial que se siguió en su contra. Los directores Daniel Sivan y Yossi Bloch manejan a los protagonistas del juicio creando una atmósfera inquietante. Dónde la rigurosidad en la exposición no anda reñida con un suspense muy logrado. El interés mediático que tuvo, la sordidez de los crímenes juzgados, la desaparición física de víctimas y verdugos ante el inexorable paso del tiempo, más lo extravagante de algunas personalidades implicadas, se ponen al servicio de un relato que afronta la complejidad a pecho descubierto.
Impresionante empleo del tempo narrativo
Es notable la capacidad de los autores de desnudar a los protagonistas frente a las cámaras. Desde la responsabilidad ante la historia de los jueces que dictaron sentencia; los temores de fiscales por la consistencia de las pruebas; el circo montado por el abogado defensor, un provocador libertino crecido ante la polémica; y las razones de familiares y amigos, engrasan un drama adictivo.
Es de agradecer la mesura, que no displicencia, con que ‘El nazi Iván el Terrible’ aborda acontecimientos terribles, repugnantes. Lo peor de la condición humana se exhibe con la dosis justa de emotividad. Y no es tarea baladí. Lo escrupuloso de un sistema judicial garantista florece como ejemplo de superioridad moral, para que la barbarie no acabe por aniquilarlo todo.