»No es un musical, es una película con canciones» dijo recientemente Todd Phillips, director de ‘Joker: Folie à Deux’, continuación de ‘Joker’ (2019). Y el tono del director norteamericano parece insinuar cierto cansancio acerca de las muchas interpretaciones, y no para bien, que está generando su esperadísima secuela. Malos tiempos corren para una cinta cuando su creador tiene que justificarse más allá del lenguaje cinematográfico, intentando reorientar las opiniones del gran público sobre su criatura. Una vez más, tratandose de una segunda parte, el problema radica en la gestión de las espectativas, muy altas dada la calidad de la película original.
Lady Gaga es Harley Quinn
En ‘Joker: Folie à Deux’, Joaquin Phoenix (de nuevo impresionante dando vida al villano, convertido ya en un actor de época) cambia la risa nerviosa de payaso trastornado por las canciones que parecen reconducir su conducta, aplacar su ira. Le acompaña en el reparto una discreta Lady Gaga en el rol de Harley Quinn. Papel que le viene grande a la megaestrella del pop. Phillips articula una historia que se mueve entre lo jurídico y lo carcelario, dónde la acción no acaba de prender. Sólo la inmensa figura de su actor principal me impide mirar el reloj en un metraje que se estira en demasía.
Nada me chirría en lo que me están contando, pero no llega a entusiasmarme. Veo un Joker a medio gas, constreñido en un guión al uso, aseado, aunque en ningún caso sugerente. En esa contención dramática, inmerso en una relación algo artificiosa junto a su compañera de reparto, encuentra el relato su talón de aquiles. Una película tan correcta en sus formas como decepcionante en el fondo. Si la música aplaca a las fieras, aquí adormece al Joker dejándolo en una sombra de sí mismo. Gana brío la cinta en su parte final, en la cuál Phillips amaga con punzantes dardos de innegable indole social.
Pero se queda en el intento, algo tarde y con el espectador fuera de su propuesta. Muta la conmoción y el impacto por el pesimismo sobre la condición humana. Y como somos, tan sólo una imagen de lo que se espera de nosotros.
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