Victoria por puntos la que obtiene la actriz Regina King, que en ningún caso por KO, con ‘Una noche en Miami…’. Su ópera prima en el largometraje tras varios años cociéndose a fuego lento en la cantera de la realización televisiva. Un valeroso y arriesgado salto ante el que ésta logra caer de pie. Y de riesgo, no solo ya por transitar de la pequeña a la gran pantalla, sino también por erigirse como clamorosa y autorizada voz del movimiento #BlackLivesMatter justo cuando la pérfida sombra de Donald Trump amaga con quedar en el olvido.
Ya luego, las cabriolas que lleva a cabo durante el salto la directora, productora y actriz en éste, su debut, algunas funcionan más y otras menos. Pero caer, cae de pie; y eso puntúa muy fuerte. Una cinta que el pasado 15 de enero estrenó Amazon Prime Video en su plataforma de streaming; y que llega muy a la zaga, tanto en forma como en fondo, de la aún fresca ‘La madre del blues’ (George C. Wolfe, 2020).
Previously on…
Durante los últimos meses nos ha acompañado un serial llamado: obras teatrales aterrizando en la pantalla grande para salvar el honor de un arte en vía muerta por culpa de la pandemia. Como título es largo, farragoso y poco comercial, lo sé. Pero aun así ha triunfado.
Y justo cuando parecía que, por ésta temporada, habíamos llegado ya a la season finale, con los premios agazapados a la vuelta de la esquina esperando su turno, resulta que no. Había otro episodio más esperando con el sobrenombre de ‘Una noche en Miami…’.
Un capítulo para nada malo o siquiera de transición, orquestado por una Regina King consagrada ya en su papel de actriz, fruto de unos arrolladores últimos años bendecidos por un Oscar y cuatro Emmys, que busca ahora abrir nuevas puertas. Pero recapitulemos, hagamos un previously on de esos que tanto gustan al inicio de una serie.
En noviembre fue ‘Sentimental’ (Cesc Gay, 2020), en diciembre la ya mencionada ‘La madre del blues’ y ‘El padre’ (Florian Zeller, 2020), y ahora la que nos ocupa de Regina King. Y todas con un nivel excelente. Si es que al final hasta aquel piloto demencial que nunca debió ver la luz llamado ‘Hamilton’ (Thomas Kail, 2020) ha rascado bola en las nominaciones de los Globos de Oro.
Pugna en una habitación de motel
‘Una noche en Miami…’, basada en la obra de teatro homónima de Kemp Powers, co-director y co-guionista de ‘Soul’, que él mismo se ha encargado de guionizar, nos sitúa en la Miami de 1964.
Allí Cassius Clay acaba de vencer a Sonny Liston en un combate con el cinturón de los pesos pesados en juego. Mientras los ecos del enfrentamiento se enfrían, otro está a punto de empezar en un motel. Cuatro de las figuras más relevantes de la cultura popular negra en una Norteamérica que transita una de sus décadas más convulsas, se reúnen para celebrar la victoria en una pequeña habitación. El ya citado Cassius Clay, el activista Malcom X, el cantante Sam Cooke, y el jugador de futbol americano Jim Brown.
Cada uno de ellos, desde su improvisada esquina del cuadrilátero, defiende posturas encontradas en lo que atañe a la reivindicación de los derechos del pueblo afroamericano. Todo ello en un país que amaga con un cambio de mentalidad que, por contra, dista aún mucho de cristalizar.
Alianzas
Un terco y sibilino Malcom X es partidario de no ceder ni un milímetro ante una raza que, no solo domina y oprime, sino que se aprovecha de ellos. Un bando al que ya ha atraído a un excesivamente maleable Cassius Clay en las postrimerías de convertirse en Muhammdd Ali.
En el lado opuesto se sitúa un impulsivo aunque leal Sam Cooke reacio a ir enseñando los dientes y con el revolver desenfundado todo el rato. Él prefiere ponerles buena cara a los blanquitos e incluso reírles las gracias. Hacerles creer que, no solo ganan, sino que ni siquiera tienen rival. Mientras por debajo saborea cualquier mínima victoria que le granjee su posición de poder, disfrutar de eso que para Malcom X serian migajas. En definitiva, un más vale pájaro en mano que ciento volando con el que Jim Brown está en consonancia.
Para Malcom X hace más por su raza un blanco como Bob Dylan componiendo temas como Blowing´ in the wind que un Sam Cooke que se limita a cantar canciones que únicamente sirven para agradar a la raza dominante. Una canción que Cooke ha de conformarse con versionar, echando por tierra el ser una de las voces más privilegiadas y escuchadas del movimiento afroamericano.
Un ataque que se convierte en cenit, y quien sabe si cisma, de una reunión de egos en pro de un bien común que nunca existió, pero que Regina King & Kemp Powers hacen que nos hubiera apetecido que sucediera de verdad.
Cuatro actores, cuatro pilares
Así desarrolla la directora un rotundo, vistoso y lucido trabajo, seguramente más llamativo a primera vista que esa hermana melliza titulada ‘La madre del blues’, pero en ningún caso mejor. Dos films que conforman una estupenda y didáctica doble sesión, y que han acabado resultando extrañamente incomprendidos e infravalorados por un público español que no ha sabido estar a la altura.
‘Una noche en Miami…’ acaba resultando, sin lugar a dudas, una notable adaptación teatral que huye en buena medida de lo puramente teatral. Para ello la obra, por ejemplo, estira bastante las postrimerías del encuentro entre nuestros cuatro protagonistas, propiciando con ello el cambio de escenario. Pero al final todo ello acaban siendo meros placebos distractorios que dispersan en buena medida la rabia de un guion muy diestro que sabe que, lo más potente, va a suceder entre cuatro sobrias paredes.
Un texto que ensalza a cuatro actores que no acaban sepultados bajo el peso de sus cuatro personajes. Algo factible, no solo ya por el calibre de dichos personajes, sino también por la juventud e inexperiencia del reparto.
Sam Cooke y Malcom X, Leslie Odom Jr. y Kingsley Ben-Adir respectivamente, destacan sobremanera, seguramente por llevar la voz cantante. Senda nominación al Globo de Oro para el primero. Pero Jim Brown y Cassius Clay, Aldis Hodge y Eli Goree respectivamente, no se quedan atrás.
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