Definitivamente el 2022 se establece como el año del Djinn. Si hace nada estos seres originarios de la mitología árabe, y conocidos vulgarmente como genios de la lampara, tenían peso especifico y fundamental en la primera temporada ‘Ms. Marvel’, ahora toman el control de ‘Tres mil años esperándote’. Última pieza de orfebrería del inclasificable George Miller a modo de atípico drama romántico con un alto contenido fantástico. La cinta, comandada por Tilda Swinton e Idris Elba, y con aparente esquema de película episódica, pudo verse en la sección oficial, aunque fuera de concurso, del pasado Festival de Cannes.
Las mejores esencias vienen en frascos pequeños
Alithea Binnie es una eminente narratóloga británica acostumbrada a viajar por todo el mundo impartiendo charlas. A lomos de tal bestia se ha acostumbrado ya a una vida dichosa aunque de cariz eminentemente solitario. Estambul se convierte en siguiente parada. Lugar en el que, ya nada más poner un pie en el aeropuerto, comienza a tener unas extrañas y vívidas alucinaciones.
Tras un agitado coloquio, Alithea decide sumirse por entero en los embriagadores brazos del turisteo. En una de las miles de tiendas que componen el Gran Bazar, nuestra protagonista encuentra un pequeño y cuco frasquito del que se enamora a primera vista. No quedándole más remedio que, por descontado: tirar de tarjeta.
Ya de vuelta en el hotel, y enfrascada en una somera limpieza del objeto en cuestión, esta descubre, de improviso, que dicho recipiente es la inesperada prisión de un Djinn. El cual sale impetuosamente al ser destapado el frasco, concediéndole por descontado tres deseos a Alithea. Aunque ella, siempre escéptica, se mostrará infinitamente más intrigada por las vicisitudes que llevaron al genio al interior de la pequeña botella antes que por los deseos. Fascinantes y rocambolescos hechos que nos harán viajar a mucho antes del nacimiento de Cristo y que el genio, falto seguramente también de compañía en la soledad de su encierro, no dudará en relatar ante nuestra impávida y asombrada mirada.
Las tres mil y una noches de George Miller
Así comienza ‘Tres mil años esperándote’. Film inspirado en un relato de la escritora británica A. S. Byatt que nos devuelve a George Miller siete años después de la monumental ‘Mad Max: Furia en la carretera’ (2015). Un mago tan ecléctico como no muy prolífico, para nuestra desgracia.
Obra, aquella cuarta entrega de la saga Mad Max, que casi es mejor no citar. Ni siquiera de refilón, ya que es radical y completamente opuesta a esta que ahora nos ocupa. Algo que, por otra parte, es tónica dominante en la filmografía de Miller y ante lo que el vocablo ecléctico alguna pista os podría haber dado.
El australiano es un cineasta incapaz de pisar dos veces seguidas la misma baldosa. Y es mejor no mencionar aquella de 2015 porque el público generalizado, eso que podríamos llamar la masa, esperando lo más seguro un producto en esa línea, es probable que salga echando pestes de ‘Tres mil años esperándote’. Ese tipo de espectador casi mejor que espere a 2024, año en el que George Miller estrenará ‘Furiosa’, la esperadísima precuela de ‘Mad Max: Furia en la carretera’.
Si por contra te encuentras entre los que son capaces de dejar en la puerta los prejuicios y hasta las expectativas, eso que seguramente hizo la masa en 2015 cuando el realizador venía de firmar la animada, familiar y bailarina ‘Happy feet 2’ (2011), seguramente disfrutarás de la cinta. En el fondo Miller siempre ha pretendido que sus espectadores nunca se acomoden. Algo que hoy en día, por contra, cada vez cotiza más bajo.
El bicho raro de la clase
‘Tres mil años esperándote’ evoca muchísimo a la no muy lejana ‘La Crónica Francesa (del Liberty, Kansas Evening Sun)’ (2021) de Wes Anderson. Otro bicho raro de la clase el tal Anderson, qué duda cabe. Solo que esta de George Miller es bastante más redonda y atinada.
La comparación para nada es aleatoria. No surge simplemente porque compartan ese esquema de solapar diferentes relatos, ni siquiera por debutar en Cannes. Obvias similitudes que también se ponen de mi parte. La comparativa va más bien porque ambos films comparten aristas muy importantes tanto en forma como en fondo. En lo primero, tanto Anderson como Miller se muestran como dos cineastas muy hermanados en cuanto a universos visuales, y en lo segundo ambas películas defienden a capa y espada la pasión por narrar.
La gran ventaja de ‘Tres mil años esperándote’ es que hay un sólido pegamento que une todos los relatos que nos narra el personaje de Idris Elba. Algo que, de manera meditada o fruto de las circunstancias, no existía en ‘La Crónica Francesa (del Liberty, Kansas Evening Sun)’. Sirviendo como claro lastre.
Otra cosa que sirve a la causa de George Miller es el equilibrio entre los diferentes segmentos, apoyado en un metraje total que ayuda a dicho equilibrio.
‘Tres mil años esperándote’: De genio a genio
Visualmente George Miller es único e irrepetible, y ‘Tres mil años esperándote’ nos lo reafirma una vez mas. Como si hiciera falta.
El elemento fantástico, de gran peso sobre todo en las diferentes narraciones del Djinn, pasa por todas las escalas que pueda haber entre lo más bello y lo más grotesco, dejándote cualquiera de ellas igualmente fascinado. Todo ello aunado en la envidiable pericia narrativa que siempre demuestra la cámara de Miller.
Seguramente no entrará ‘Tres mil años esperándote’ en ninguna de esas listas con lo mejor del año. Y al igual que defiendo eso pongo la mano en el fuego asegurando que nunca hizo George Miller una película pensando en hacerse un hueco en tales clubs.
Nuestra valoración: