El principal problema de ‘Todo el día y una noche’, primer largometraje de Joe Robert Cole, coguionista de ‘Black Panther’ (2018), radica en acercarse a una temática exprimida hasta la extenuación. La situación de la comunidad afroamericana en Estados Unidos se ha mostrado con títulos que empequeñecen la obra de Cole. Al no aportar nada novedoso ni en lo social, cultural y dramático, la cinta se hunde rehén de sus premisas. Es como intentar reflotar un tractor atascado en el fango apretando a fondo el acelerador.
En la primera secuencia vemos a un joven (Ashton Sanders) tarareando estrofas de una canción rapera como método de concentración ante el doble asesinato que va a perpetrar. Ya en la cárcel, y con una cadena perpetua por delante, recuerda acontecimientos vitales que le han colocado en semejante tesitura.
Lo mejor de la película es el trabajo de Sanders
‘Todo el día y una noche’ arranca y finaliza con pinceladas que rememoran sendos anhelos de su desdichado protagonista: convertirse en cantante y no seguir la estela marginal de su padre. La propuesta se desenvuelve mejor cuando nos adentra en su interior, intentando descifrar qué pasa por su cabeza, analizando una conducta zigzagueante, contradictoria. Se sustenta en un gran trabajo de Sanders, exhibiendo durante todo el metraje una actitud inescrutable. Un pozo insondable para crear una atmósfera enigmática.
Vemos a un perdedor. Un niño criado en una familia desestructurada, con un padre violento y drogadicto. Un barrio sólo para gente de color, dominado por la violencia, la exclusión, el trapicheo. Y la sombra del presidio esperando en la puerta a una juventud condenada. Ese es el subtexto con el que Cole martillea al espectador: no hay salida, el futuro está dictado para esta pobre gente.
No me lo termino de creer. Sus razones van en línea recta en una exposición de motivos uniforme, sin fisuras. Ve todo claro en cuestiones enormemente intrincadas. Reduce la iniciativa y responsabilidad personales a meros espectadores, echando la culpa de todo a eso que llamamos »sociedad».
Nuestra valoración