Nueve años después de la decepcionante ‘Tipos legales’ (2012) el realizador Fisher Stevens obtiene la redención con ‘Palmer’. Estableciendo un increíble paralelismo, casi como si de una pretendida coincidencia se tratase, al del protagonista de dicho trabajo. Un film en el que éste aparca el documental para volver al largo de ficción en un nada efectista, aunque sí tremendamente efectivo, drama social sobre la redención, el significado de la familia y la búsqueda de la identidad. Un historia con ese aroma a cine indie que el pasado 29 de enero estrenó la plataforma Apple TV+.
Una película, ésta ‘Palmer’, seguramente tan ruda, tosca, poco agraciada y previsible como un tractor, de eso no cabe duda. Aunque también tan certera y atinada en su cometido como ese mismo tractor, claro. Y qué queréis que os diga, por esas mismas virtudes a ‘Green Book’ (Petter Farrelly, 2018) le llovió más de un premio.
De vuelta al hogar
Palmer, antaño estrella del futbol americano universitario, obtiene la condicional y vuelve a su hogar de infancia y juventud, tras más de una década en prisión. Allí le esperan Vivian, su bondadosa abuela, aunque algo reticente al posible cambio de actitud de su nieto; un reacio vecindario, anclado en el pasado y obstinado en ponerle continuas barreras a Palmer; y también viejos fantasmas, tanto internos como externos, dispuestos a atormentarlo.
A su llegada nuestro protagonista entablará una peculiar amistad con Sam. Un verborreico crío, de ideas muy claras, hijo de Shelly. Una vecina de Vivian drogadicta, madre adolescente y tan perdida o más que Palmer. Madre e hijo viven en una destartalada caravana enfrente de ellos, y más de una vez la abuela de Palmer ha tenido que cuidar y velar por el muchacho durante las misteriosas ausencias de Shelly.
Pero un fatídico giro de los acontecimientos está a punto de cambiar para siempre las vidas de este puñado de personajes en general, y de Palmer y Sam en particular.
Un (¿Guilty?) placer de película
Así desarrolla Fisher Stevens, con texto de la casi debutante Cheryl Guerriero, ‘Palmer’. Un drama dotado de grandes valores y muy buenas intenciones, con un taciturno y atormentado Justin Timberlake a la cabeza.
Un trabajo de esos capaces de transmitir muy buenas vibraciones con prácticamente muy poco. De esas piezas que te desarman por sorpresa, viéndote incapaz de reaccionar. El film se contempla con inmenso gusto desde el minuto uno, a pesar de no ocultar sus no demasiados ases en ningún momento. La obra va de frente en sus intenciones, lo que al final compensa su poca capacidad de sorpresa.
En definitiva, ‘Palmer’ es de esos productos que hacen hincar la rodilla hasta al más inamovible y testarudo de los escépticos, y lo hace con un corazón que no le cabe en el pecho. Un film que falla muy poco o nada, seguramente también fruto de no tomar demasiados riesgos. Pero Fisher Stevens ha sabido jugar con acierto y pericia las pocas cartas que tenía, y no se le puede pedir más.
Juno Temple, la bala en la recámara
Justin Timberlake es el punta de lanza, más de tres años después de su última aparición cinematográfica, de un reparto alejado de grandes rostros o caras muy conocidas. Fisher Stevens ha preferido darle peso a lo que está contando en vez de a las piezas que usa para contarlo, sin que por ello estas parezcan meros peones a merced del contrincante.
Aunque he de admitir que una de esas piezas me ha dejado petrificado para bien. Y no, no hablo de Timberlake. Algún día prometo abrir para ustedes el melón de cómo, un tuercebotas como él, lleva el carrerón que lleva. Siendo además un actor bastante mediocre. Algún día. Hoy no, desde luego. Sería injusto robarle el protagonismo a quien de verdad lo merece.
Esa sorpresa a la que me refería no es otra que la actriz Juno Temple, quien por cierto también compartió plano con Justin Timberlake en la anterior cinta del actor.
Necesité verla una segunda vez en escena, algo que sucede bien avanzada la película, para saber a ciencia cierta que se trataba de ella. Y es que la inglesa está totalmente irreconocible en ese papel de madre yonki adolescente. De verdad, qué gran trabajo actoral el de Juno Temple. Por desgracia no se llama Mahershala Ali.
Y no podemos olvidarnos de Ryder Allen. Entrañable, tierno y robándole el protagonismo al Palmer de Timberlake. Todo ello además en un personaje de marcadas connotaciones sociales que aborda, desde un prisma seguramente cándido e infantil aunque muy firme, el espinoso tema de la identidad de género.
En fin, ‘Palmer’ va directa a la estantería de las películas que merecen ser rescatadas. Obra muy a reivindicar dentro de esa enervante vorágine de producto y más producto en la que nos han sumergido, casi a punta de pistola, las plataformas de streaming.
Nuestra valoración