A finales de los años ochenta la prensa se hizo eco de una de esas heroicidades, enterradas en el olvido, que tanto gustan al público. Hazañas en tiempos de ignominia, que reconfortan a uno con el ser humano. Se trataba de un anciano, Nicholas Winton, banquero, agente de bolsa y sobre todo filántropo. Persona que rescató en Checoslovaquia, en los meses previos al estallido de la Segunda Guerra mundial, a casi 700 niños (la mayoría de origen judío) refugiados en Praga cuando la tenaza nazi se cernía sobre Europa. Esta historia, ‘Los niños de Winton’, supone el debut en el largometraje del veterano director James Hawes.
Bregado en contenidos para la televisión, compone un biopic correcto, aunque nunca destacado. Una propuesta estructurada en dos líneas temporales, diferenciadas en las formas y el tono. Interpretan al protagonista Johnny Flynn durante su juventud y Anthony Hopkins en la etapa final de su longeva vida. En la narración del rescate de los pequeños, Hawes se expresa con pulcritud. Agradezco la contención que impone a una temática propensa al golpe de efecto y al melodrama facilón. Por contra, despacha el desempeño de estos activistas y sus loables intenciones con cierto aire burocrático. El mismo que intentan sortear los protagonistas para llevar a buen termino su empresa.
Otra vez un gran Anthony Hopkins
Estoy deseando que aparezca en pantalla Anthony Hopkins. Nunca decepciona. De nuevo extraordinario en el rol de hombre mayor, manejando los registros inherentes a la vejez y sus consecuencias con delicadeza. Independientemente del tema abordado forja personajes con un aura entrañable. Merecidísimo su Oscar por el papel de hombre taciturno y algo travieso en la notable ‘El padre’ (2020) de Florian Zeller, dando vida a un anciano que va perdiendo sus facultades mentales.
Aquí, este hombre, en los estertores de su vida, siente el peso del pasado ante lo que pudo ser y no fue. »Podría haber salvado a alguno más…. si hubiera ganado más dinero», dice Liam Neeson en la monumental ‘La lista de Schindler’ dirigida por Steven Spielberg, hundido por no haber rescatado a más judíos de la muerte. Algo parecido le ocurre al protagonista de ‘Los niños de Winton’. Unos recuerdos del pasado le atormentan. Están guardados en un viejo maletín, convertido en testimonio vital, esperando salir a la luz para cicatrizar aflicciones. Las que aquejan el alma de un hombre grande, bueno.
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