Los despiadados, título de esta nueva producción de Netflix, centra su mirada en una historia sobre la Ndrangheta, una de las numerosas mafias que han formado parte intrínseca e indisoluble de la vida moderna italiana. No es la trayectoria de Renato De María, director de la película, reclamo suficiente para poner la cinta dentro de mis preferencias. Tras su visionado, estos augurios quedan por completo confirmados. Nos encontramos frente a una propuesta de las del montón, se deja ver, pero no aporta nada nuevo ni en lo argumentativo ni en lo formal. Ahí va mi crítica de Los Despiadados.
Tráiler Los Despiadados
Mafiosos prefabricados
La cinta recorre el deambular de un joven que, con el transcurso de los años, va ascendiendo en el organigrama del crimen organizado. La narración es lineal, usando en exceso la voz en off, más para paliar deficiencias en el guión que como recurso al servicio del relato, sin mostrarse los intríngulis de esa promoción del protagonista.
En una propuesta muchas veces visionada el personaje, que interpreta Riccardo Scamarcio, pasa del amor incondicional hacia la mujer que conoce desde su juventud, a alternar sus obligaciones maritales con la presencia de una amante que resulta ser su verdadera pasión.
Se acierta en el retrato de estos delincuentes, son burdas y groseras sus reacciones, que alternan con una total despreocupación hacia las consecuencias de sus actos. Ante tal panorama es irremediable que aparezcan situaciones con cierta gracia, que sin embargo no logran traspasar los umbrales de la mera comedieta.
Lo mejor del film queda para un final que anda por encima del resto del metraje, dejando un aroma a soledad, que pareciera ser el destino último de la mayoría de quienes se han prodigado en las artes del crimen organizado.
Obra para pasar el rato, no busquen originalidad ni planteamientos transgresores. Bajo estas premisas, ustedes deciden si no tienen nada mejor que hacer o ver.
Quiere hacer un godfellas ,como otrosdirectores ,y no se dan cuenta que aunque copies planos, scorsese solo hay uno
En efecto. Le viene grande.
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