Mumbai en lengua maratí, hace referencia a la ciudad india de Bombay. Capital financiera del gigante asiático, sufrió en noviembre de 2008, una serie de atentados terroristas que conmocionaron al mundo. El debutante Anthony Maras, recrea en ‘Hotel Mumbai‘ algunos de estos trágicos sucesos.
Matanza islamista en un escenario de ensueño
El terror islamista seleccionó sus objetivos con la mano diestra de un cirujano, para propinar el mayor daño posible, demostrando una vez más que lo radical no siempre es sinónimo de irracional. Maras focaliza su atención en la masacre que los terroristas provocaron en el Hotel Taj Mahal, resort de lujo repleto de occidentales.
En ‘Hotel Mumbai’ nos encontramos una cinta de acción de disfrute para los amantes del género. Sus dos horas de metraje pasan volando. El padecimiento de los personajes, huéspedes y personal del hotel, me parece creíble, en interpretaciones ajustadas, con la carga dramática precisa para no caer en el sensacionalismo. Impone ver un escenario de ensueño, con el lujo como elemento distintivo, convertido en un infierno.
El retrato de los terroristas muestra su completo desprecio hacia la vida humana, lo indiscriminado de sus actos, en un cuánto peor mejor. Y cómo son teledirigidos por un anónimo, situado al otro lado del móvil, buscando mantener la moral de los criminales, y despejando sus dudas mientras vacían sus AK-47 sobre gente inocente.
Mentes enfermas por un burdo adoctrinamiento
‘Hotel Mumbai’ aborda los pensamientos de los terroristas, qué diablos pasa por sus enfermas mentes, de manera sucinta. No es esa la intención del director. Muestra las consecuencias, más que interrogarse sobre las causas. Para acercarnos a esas premisas, el director palestino Hany Abu-Assad, nos regaló en ‘Paradise Now’, una magnífica radiografía de cómo un hombre normal deriva en fanático. La doble moral del adoctrinamiento, lo estéril de la intransigencia, y cómo son utilizados como mera carnaza por quiénes actúan de cerebros intelectuales, me dejó impresionado. En ‘Hotel Mumbai’, las premisas son otras. Pero comparten una foto de la barbarie que te toca fibras sensibles.