La última producción coreana de Netflix, de título ‘El teléfono’, es un híbrido a medio camino entre el thriller y la ciencia ficción. Dirigida por el debutante Lee Choong Hyun, dos líneas temporales van a conectarse entre sí a través del celular. Aparato que aquí parece tomar vida propia, anunciando la siguiente vuelta de tuerca para una historia que encuentra acomodo en el exceso. Dos jóvenes (Park Shin-hye, Jun Jong-seo) que han compartido una misma casa en momentos diferentes, van a interactuar a través de continuas llamadas.
Las acciones que una y otra emprendan a partir de ese instante van a tener consecuencias inesperadas, cambiando el entorno, afectando a terceros y trastocando la vida de las mismas. Un entretenido juego de espejos que encontró en ‘El efecto mariposa’ (2004), un delirio atractivo a cuenta de la teoría del caos y la imprevisibilidad abierta tras la toma de decisiones a priori intrascendentes.
La película guarda elementos que la hacen distinguible: cine coreano
Con ideas que recuerdan a ‘Frequency’, aquel filme donde James Caviezel se comunicaba con su padre (Dennis Quaid) fallecido tiempo atrás en un incendio, intentando salvarlo, ‘El teléfono’ comparte algunas de las virtudes que marcan el éxito del reciente cine coreano. Unas sólidas interpretaciones escoltan una cadencia salvaje que, una vez desatada, lanza al espectador por una pronunciada pendiente que amenaza por aniquilarlo todo. Y al igual que el universo se está acelerando en su expansión, las realidades paralelas que plantea la cinta siguen la misma tendencia.
Los constantes giros de guion se recrean en el disparate. Llegado cierto punto el cansancio por tanto va y viene, un toma acá y otro allá, va mermando mi atención. Hasta el punto de acabar por importarme relativamente poco qué le ocurre a estos personajes en su zigzagueante existencia. El disfrute viene por el lado de una factura técnica impecable y esa cosa tan difícil de encontrar en el cine actual: la contundencia fílmica.
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