En la primera estrofa de la canción de Pistones ‘El Pistolero’ se escucha: »El pistolero ha llegado ya a la ciudad. Se ha apodado el Tuerto, su profesión es matar». En ‘El irlandés’, última película de Martin Scorsese que produce Netflix, ese pistolero se llama Frank Sheeran (Robert De Niro), y también ha venido a matar. Veterano de la II Guerra Mundial, se desempeñó en Sicilia, Salerno y Anzio, lo que le proporcionó un buen manejo del italiano.
Quién sabe si ya por aquellas fechas entablara contacto con la mafia, a quien los americanos usaron para mantener el orden en la retaguardia, optimizando esfuerzos en la derrota nazi. El caso es que Sheeran pasó de simple camionero a codearse con lo más granado de la mafia, desempeñándose como sicario. Russell Bufalino (Joe Pesci) y Jimmy Hoffa (Al Pacino) fueron algunas de las figuras más relevantes del hampa a los que sirvió.
El género tiene otra obra maestra
‘El irlandés’ aborda la enigmática desaparición del que fuera todo poderoso jefe del sindicato de transportes Jimmy Hoffa, basándose en un libro de Charles Brandt. La cinta es una obra maestra del género. Pone al espectador en situación, relatando el complejo entramado de intereses que vinculara a la mafia con el sindicato de camioneros, y a todos con la política de manera amena. No sucumbe ante el rancio didactismo. Los diálogos entre los personajes reflejan un profundo conocimiento de ese mundo, que ya mostrara en las inolvidables ‘Malas calles’ (1973), ‘Uno de los nuestros’ (1990) y ‘Casino’ (1995).
Las conversaciones entre sus personajes provocan el efecto electrizante del que ha vivido esto antes. Que se ha criado desde niño en determinados ambientes. Lo que en otros aparece como impostado, aquí adquiere un aire natural, sabe a verdad. Scorsese maneja el plano contraplano para encerrarnos en ese mundo sórdido y cruel, mientras que dos de sus actores fetiche (De Niro y Pesci) a los que ahora se une Al Pacino bailan frente a su cámara en fastuosa armonía.
Tres actores de lujo
Robert De Niro da toda una lección interpretativa conforme su rostro va cambiando de registro para soportar la pesada carga del crimen, la traición, el abandono y finalmente la soledad. En simbiosis perfecta con Joe Pesci, hace bueno aquello de que los viejos rockeros nunca mueren.
Quede constancia que este cronista prohibiría la voz en off, no me gusta. Pero he de reconocer que en manos de Scorsese, la narración de Robert De Niro deviene en un efecto envolvente, que te agarra a la historia. Y las casi tres horas y media de metraje se disfrutan en un parpadeo, necesidades escatológicas aparte.
El dibujo que se hace de la mafia en ‘El irlandés’ es terminal. Divisan la muerte desde cerca. Lo mísero de su condición se refleja sin ambigüedad alguna. Todos nos hacemos mayores, Scorsese también.
Una respuesta a “Crítica de ‘El irlandés’ (2019). Lúcido Scorsese”