El biopic que compone el director canadiense Sean Durkin sobre los hermanos Von Erich, ‘El clan de hierro’, reconocida saga de luchadores que alcanzaron notoriedad y fama durante la década de los 80, queda impregnado por el aroma que destilaba el mundo del Wrestling en sus inicios. Ambientes sórdidos, personajes entre ridículos y excéntricos para un espectáculo inclasificable, medio deporte medio show, dónde la chabacanería encuentra siempre acomodo. Una puesta en escena, deliberadamente grotesca y deprimente para narrar el infortunio de una familia de luchadores que a lo largo de los años sufrieron sucesivas desdichas.
Sólo queda vivo el primogénito. »Mi familia está maldita», dice el protagonista a la que en un futuro será su mujer. El tono que adopta la cinta para explicar la tragedia y la calamidad coincide con el que impuso Darren Aronofsky en ‘El luchador’ (2008) para abordar la decadencia y el fracaso. En este caso de otro luchador, Mickey Rourke, arrastrándose por escenarios de segunda, toda vez que sus días de gloria quedaron enterrados en el pasado.
Actores muy físicos al servicio del drama
‘El clan de hierro’ tira de fisicidad al servicio de lo dramático. Sobre todo Zac Efron, imponente en el papel de Kevin Von Erich, el mayor de los hermanos. Musculatura, sudor, lágrimas, ilusiones, provocaciones, desamparo ante la pérdida de sus inseparables hermanos. El padre de la familia, antiguo luchador, inculca a sus vástagos la pasión por la lucha libre, no sin forzar algunas costuras. Un patriarcado que no afectará a todos por igual, pero que en cualquier caso resulta de difícil gestión.
Durkin envuelve la narrativa en un halo de intriga. De suerte que, en algunos tramos la película acaricia elementos propios de otros géneros. Elementos distintivos de este director, presentes en sus dos primeros largometrajes: ‘Martha Marcy May Marlene’ (2011) y ‘The Nest’ (2020). Con el tormento de una joven que abandona una secta en la primera, a partir de una situación personal y económica complicada en la segunda, la porosidad de categorías se abre paso desde una cuidada ambientación, que no da puntada sin hilo.
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