Los hermanos Ben y Joshua Safdie suben con ‘Diamantes en bruto’, la arriesgada apuesta que ya plantearan en 2017 con su película ‘Good Time’. A partir de un aspecto visual abrumador y constantes primeros planos, llegan a desarbolar al espectador. Cine bizarro, nada acomodaticio, que va nutriendo a estos jóvenes directores de una personalidad identificable. Producida por Netflix, estamos ante una grata sorpresa.
Un joyero acomodado, convertido en un farsante
Howard Ratner (Adam Sandler) regenta una elitista joyería neoyorquina. Ese tipo de establecimientos sólo asequibles para un puñado de privilegiados, y que al tiempo dan ese plus de exclusividad tan del gusto de sus propietarios. En ‘Diamantes en bruto’ la algarabía se apodera de la puesta en escena. Sujetos de lo más variopinto van danzando entorno al personaje de Sandler, enlazando diálogos atropellados, a través de una cámara inquieta, que transmite sensaciones encontradas (lo exasperante alterna con el desconcierto). Como toda expresión artística compleja, y ésta lo es, precisa de un cierto periodo de aprendizaje. Pasados los primeros 20 minutos de metraje, acostumbrados ya a esa forma de narración (si antes no se ha desertado), se presencia un thriller rico en detalles, de fondo taciturno.
El protagonista es adicto al juego, con multitud de deudas a sus espaldas que no puede pagar, engaña a su esposa con una amante de dudosa reputación. Se convierte así en un profesional del engaño, un intrigante que va cavando poco a poco una enorme fosa de la que le va a resultar muy difícil salir. Y los hermanos Safdie se recrean en el particular descenso a la penumbra de este libertino. Tanto que llegas hacia el final a empatizar con él. Da mucha pena presenciar cómo alguien que lo tiene todo (buen trabajo, posición acomodada, familia con tres hijos) lanza todo por la ventana incapaz de controlarse, esclavo de sus vicios.
Irreconocible Adam Sandler
Nunca imaginó este cronista una alabanza hacia Adam Sandler. Un actor que siempre me sacó de los nervios. Dicen que es un señor con habilidades innatas para la comedia, aunque en mi caso no me hace gracia alguna. Se ha prodigado en esa suerte de cine intrascendente, tan falto de sustancia como sobrado de éxito en la taquilla. En 2019 también protagonizó junto a Jennifer Aniston ‘Criminales en el mar’, una infame cinta en el que la cultura y la particular idiosincrasia de nuestro país, aparece retratada a partir de los estereotipos más rancios y chabacanos. Su gancho es innegable, pues semejante engendro es el mayor éxito de la plataforma en el pasado ejercicio con 31 millones de reproducciones.
Deviene pues en tarea hercúlea el trabajo de caracterización realizado por la pareja de directores. Sandler aporta al desequilibrio emocional de su personaje credibilidad, conforme la va liando cada vez más gorda. La escena en la joyería, siguiendo por la tele los registros de Kevin Garnett junto a unos acreedores, me parece antológica. En verdad veo un bipolar en el pico de su estado anímico.