‘Bodies at Rest’, estreno hongkonés de Netflix, da lo que promete. En estos tiempos de confinamiento y aburrimiento general, donde lo relativo del tiempo parece encontrar prueba empírica en las manecillas de unos relojes que no avanzan, puede que algunos agradezcan propuestas ligeras. Películas sin más pretensiones que el mero entretenimiento, de escasa enjundia en el fondo, pero formalmente atractivas para el público al que van destinadas.
La dirige Renny Harlin, un director que no anda precisamente sobrado de buen gusto. Tipo raro este finlandés que ha rodado en Hollywood bodrios notables como ‘Atrapa a un ladrón’, ’12 trampas’ o ‘La isla de las cabezas cortadas’. Amén de mediocridades de encargo como la segunda parte de ‘La jungla de cristal’ o ‘Cleaner’. En ‘Bodies at Rest’ se atreve con el chino mandarín como idioma original (no es la primera vez), y el experimento no le sale del todo mal.
Sobre el buen hacer de los actores se sostiene la película
La cinta arranca con un médico forense y una estudiante, cayendo ya la noche, preparándose para realizar una autopsia. Momento en que interrumpen su trabajo tres sujetos enmascarados en busca de una víctima. Su objetivo es extraer del cadáver el casquillo de bala que ha acabado con su vida. Eliminar pruebas incriminatorias. Como exige el previsible guión, la pareja de facultativos queda lejos de jugar el rol de víctimas propiciatorias. Esas que con obediencia ovejuna siguen las indicaciones de sus captores.
Harlin no se anda por las ramas y convierte la morgue en un frenesí violento. Con la tara de lo repetitivo, apabulla al espectador por acumulación. No ofrece un segundo de tregua. ‘Bodies at Rest’ cuenta con dos elementos a su favor. A una factura técnica de altura, le sigue un elenco de actores orientales con escaso nombre a este lado del mundo, pero que se comen la pantalla dotando las escenas de acción de crédito y brío. Las pocas cartas que pone sobre el tapete las sabe jugar. Algo es algo.
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