‘3022’, última película del director John Suits, se coloca en el marco de ese cine de catástrofes tantas veces visto, y al que su autor ha recurrido como hilo argumental en sus anteriores, y no muy destacados trabajos. Cuatro astronautas participan en una misión espacial de largo recorrido. Diez años han de pasar dentro de una nave bautizada como Pangea. Su nombre no parece fruto del arbitrio o de la casualidad. Empleada para denominar al supercontinente que hace millones de años agrupaba a todas las tierras sobre el nivel del mar, procede del prefijo griego «pan» (todo) y de la palabra griega «gea» (tierra). Significa pues «toda la tierra». Y ese es precisamente el desolador paradigma al que estos tripulantes se enfrentan. La posibilidad muy real de que la humanidad se reduzca a ellos mismos, confinados en una nave, último vestigio de lo que un día fue nuestra civilización.
Una misteriosa explosión desata la hecatombe
A cinco años de finiquitar su cometido, el aislamiento comienza a hacer mella en los astronautas. Justo cuando se disponían a abortar, regresar a casa, un misterioso evento que se manifiesta en forma de cegadora explosión, daña la estación espacial, deja malherida a una de sus ocupantes y les niega toda comunicación con la tierra.
‘3022’ se mueve mostrando el deterioro psíquico de los personajes, conforme la reclusión va machacando su delicado equilibrio emocional. Busca la creación de un ambiente opresivo. Sólo lo consigue en parte. La atmósfera, el entorno, queda penalizado por un retrato de los protagonistas que en gran medida está sin desarrollar. Suits deja en el camino más preguntas que respuestas. Es la conclusión lógica de un guion al que le falta alma, enjundia.
El final se convierte en una lucha por vivir
En su último tercio, ‘3022’ muda a una cinta de supervivencia, acariciando un thriller al uso que mantiene la tensión merced al buen hacer del dúo protagonista (Omar Epps y Kate Walsh), pero que arrastra la condena de lo esquemático, de lo raquítico. Los aficionados al género pueden echar el rato en esta aventurilla espacial. Pero aventurilla, no aventura.
Más que Ad Astra me gustó, seguro. Saludos!!!