Series como Narcos o Fariña han conseguido el éxito en pantalla a través de temas relacionados con el narcotráfico y la droga. Un mundo que, aunque ha sido devastador para muchas generaciones desde sus inicios, nos ha enganchado a través de tramas inmorales y prohibitivas . ¿Cuáles son los motivos?
Dijo Fito & Fitipaldis en su tema ‘Un buen castigo’ que “puede que me falte voluntad o que me sobre vicio, miro en mi cabeza y no encuentre ningún motivo, la verdad es que me interesa sólo porque está prohíbo”, y no le falta razón. La mayor parte de los humanos sentimos una especie de satisfacción al transgredir las normas, nos divierte o excita pasarnos al “lado oscuro” porque, en cierto modo, nos responsabiliza la atracción y el poder de controlarlo.
Así, el mundo del cine y las series de televisión atraen la atención del espectador con historias basadas en hechos reales o ficción ligadas al comercio de sustancias tóxicas, no en sí en la adicción sino en la fabricación, venta, mercado y enriquecimiento a corto plazo del protagonista, quien anda en la cuerda floja en un mundo real, cruel y delictivo.
La mayoría de ellas, ya sean series como Narcos, Breaking Bad o Fariña, o películas como Blow o Scarface, basan su historia en un común denominador: joven o adulto con problemas económicos o ansias de poder que conocen el mundo de las drogas, el narcotráfico y multiplican sus riquezas en un tiempo récord. Tras ello, entran en una dinámica peligrosa, se codean con la muerte o la cárcel y se vuelven fríos e inhumanos.
LOS ANTIHÉROES MOLAN
Por otro lado,existen motivos suficientes, gracias a Hollywood, para que todos los espectadores sintamos cierta seducción y conformidad con protagonistas despiadados del tipo Walter White (Breaking Bad), Pablo Escobar (Narcos) o Sito Miñanco (Fariña).
En este caso, el actor Sean Penn, tras entrevistar al narcotráficante El Chapo para la revista Rolling Stone, dijo que su historia era similar al del personaje que dio vida Al Pacino en Scarface, Tony Montana, un cubano que consiguió llegar al éxito a través de la droga sin ayuda de nadie. Es decir, el cine glorifica al antihéroe y provoca que nos mole.
Un hecho que constata también Nacho Carretero, autor del libro prohibido en España ‘Fariña’, quien opina que el narcotraficante es “un personaje literario, con vida ostentosa, personalidad contundente y un entorno que da mucho juego, tanto narrativa como culturalmente”.
Además, a ello hay que sumar que todas esas historias contienen los ingredientes que más gustan al fan del cine norteamericano: violencia, sexo, intriga, acción, traiciones, terror, cuerpos desnudos o tiroteos, y que son clave de éxito.
De igual modo, el periodista Juan Sanguino criticó en un artículo para la revista Vanity Fair que «se ha idealizado el concepto de este tipo de delincuentes, cosa que no ha ocurrido con otros criminales en la ficción como los pederastas o terroristas».
Añade también que dichos personajes reciben apelativos nobles, como señor o barón de la droga, algo que, aunque tiene cierto trasfondo verdadero, «no dejan de ser unos mafiosos y asesinos sin escrúpulos y sin una pizca de humanidad en su ser. Algo que debería ser despreciado por el dolor que han causado».
NARCOS Y FARIÑA COMO FÓRMULA DE ÉXITO
Con respecto a las series Narcos y Fariña, tienen similitudes y están conectadas entre ellas en tiempo e historia. Asimismo, aunque en Fariña se nombra a los cárteles sudamericanos, la serie de Netflix, en cambio, obvia que los traficantes gallegos fueran la llave para que en Europa entrase la cocaína.
Por su parte, la serie que protagoniza Pablo Escobar se centra en los cárteles de Medellín y Cali y en la eterna lucha entre ellos y los agentes antidrogas americanos (DEA). Una serie de tramas y corrupción política, espionaje, violencia y sangre.
A su vez, la serie española localiza la trama en Sito Miñanco, el Pablo Escobar gallego, y en los diferentes clanes de contrabando de la zona, el blanqueo de dinero, la corrupción política y en las operaciones policiales que intentarán acabar con el tráfico de cocaína, tabaco y hachís de la época en España.
Ambas tienen una misma narrativa audiovisual: personajes atractivos con circunstancias embaucadoras, infinidad de tramas con suspense y acción y, lo más importante, mezcla de imágenes reales con ficticias para dar muestra y retrato de una oscura parte de la historia española y de América del Sur.
En definitiva, ambas son adictivas, convincentes, impactante e incluso educativas, puesto que advierten, en cierto modo, hacia donde puede caer el ser humano en su relación con el mundo de las drogas : a un espejismo de poder y riqueza que conlleva al vacío más absoluto.
Creo firmemente que, aunque seamos fan de ambas series y nos encante este tipo de personajes, se debería ahondar más en lo que se desencadena este mundo tóxico, en las miles de personas que han destrozado sus vidas y en las de su familias, es decir, historias sacadas de la calle y semejantes a Trainspotting o Réquiem por un sueño, con duras visiones de la poesía desagradable que decanta la droga.
Rock and films, excelente crítica de las series mencionadas. De acuerdo totalmente con el contenido de la misma y con la propuesta final de ahondar más y en serio en el contexto del mundo del narcotráfico, para prevenir a próximas generaciones. Brillante redacción. Saludos.