Segunda Guerra Mundial, Franklin Delano Roosevelt pierde la presidencia en favor del famoso aviador y de ideas filo fascistas Charles Lindbergh. Estados Unidos se mantiene neutral en el conflicto europeo tratando de igual a igual al régimen nazi, llevando la diplomacia del apaciguamiento hasta sus últimas consecuencias y rompiendo aquella relación especial con el Reino Unido de la que hablaba Winston Churchill. Este es el apasionante contexto geoestratégico en que se desarrolla ‘La conjura contra América’, miniserie de seis capítulos producida por HBO.
Creada por David Simon, adapta una novela de Philip Roth. Pese a que los puntos de partida no resultan verosímiles, la serie despliega apuntes políticos y sociales de gran calado. Simon es el cerebro tras ficciones televisivas de culto, recordadas por su calidad: ‘The Corner’ y ‘The Wire’ diseccionando los intríngulis del narcotráfico; ‘Generaction Kill’ retratando la guerra de Irak; ‘Treme’ mostrando la difícil vuelta a la vida de una ciudad tras un desastre natural. La propuesta queda lejos de los anteriores títulos, pero comparte con ellos el lograr implicarme en el relato. Me importa lo que me están contando.
Una familia judía vive la tensión del momento
La historia contrafáctica es un ejercicio apasionante. Aborda el pasado como algo vivo, alejado de esa concepción sobre la inexorabilidad de las cosas tan extendida. Pero entraña sus riesgos sino se toca con sentido. Disfruté el fabuloso ensayo ‘Historia virtual de España’ que coordinó Nigel Townson al frente de un nutrido grupo de historiadores. Pensar en ¿qué hubiera ocurrido si…? se convierte en tarea útil para comprender lo que somos. Y guarda un lado oscuro y perturbador que ‘La conjura contra América’ sabe acentuar. Simon pone el foco en una familia judía de clase media residente en New Jersey. Exhibe sus temores ante un devenir incierto. Que el antisemitismo visceral cruce el charco y derrumbe su modo de vida.
La serie reproduce a pequeña escala buena parte de los comportamientos de la comunidad judía en Europa antes del holocausto. Lo ejecuta a partir de un vigoroso estudio de personajes. El intento por integrarse en esa nebulosa indefinida llamada nación, que su condición judía se note poco, asumiendo postulados paradójicos encuentra reflejo en el matrimonio que forman John Turturro y Winona Ryder. La lucha por la igualdad y las esencias del liberalismo tienen al padre de familia (Morgan Spector) como protagonista. No faltan contradicciones, la mirada inocente de la infancia ante un mundo incomprensible. Y luego está el rostro de una inmensa Zoe Kazan, viva imagen de la angustia, la duda. También del cariño.
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