Youtube ha eliminado de forma permanente el canal del músico Mikrat.
Tras más de 5 años publicando canciones en formato de vídeo, sin previo aviso Youtube ha decidido que Mikrat no puede seguir publicando canciones en su plataforma. La justificación es tan grave como falsa: «Tras revisar tu contenido, hemos detectado infracciones graves o reiteradas de nuestra política sobre organizaciones criminales violentas”. Y digo falsas porque todos los que seguimos al músico, sabemos la verdadera razón y lo que realmente molesta a Youtube, que Mikrat se haya atrevido a alzar la voz en sus canciones en defensa del pueblo palestino, en contra de la ocupación y el genocidio que sufre, así como, de manera general, levantar la voz contra los poderosos que oprimen y pisotean al pueblo. Nada más. Nada menos.
Este es el comunicado que Mikrat ha publicado en su perfil de Instagram:
«Youtube ha ELIMINADO mi canal. El único sitio donde mostrar lo que hago, más de 5 años de trabajo eliminados de golpe sin previo aviso. A la basura.
‘Hemos retirado tu canal de forma permanente. De ahora en adelante no podrás tener, crear ni acceder a ningún otro canal de Youtube’
Y todo porque a YouTube parece que no le gusta que se hable de Palest1n4. Hay millones de vídeos mucho más agresivos, que incitan a la violencia, que defienden el gen0c1d10 pero YouTube decide eliminar el canal de alguien que solo hace canciones y se graba sus propios videoclips.
No me lo puedo creer. He apelado pero tiene mala pinta… alguna idea? Estoy muy muy cabreado.»*

No es la primera vez que vemos esto. La cultura incómoda molesta, y cuando lo hace en una dirección concreta, deja de ser “libertad de expresión” para convertirse en “infracción de normas”. Llamar a las cosas por su nombre, denunciar el apartheid, la limpieza étnica o el genocidio de un pueblo no debería ser motivo de censura. Y sin embargo, lo es.
Mikrat no es un influencer, ni un artista de grandes cifras. Pero es justo ahí donde la censura duele más, en el silenciamiento del artista independiente, del que tiene poco pero lo da todo, del que graba sus canciones y videoclips con los medios que tiene porque cree que vale la pena decir lo que otros callan.
El arte es, o debería ser, un espacio libre. Y en estos tiempos donde las plataformas son juez y parte, donde los algoritmos sustituyen a los editores, y donde las decisiones son opacas e inapelables (aunque aparenten serlo), cada acto de censura es un recordatorio de lo frágil que es nuestra voz si no nos cuidamos entre nosotros.
Desde aquí, todo mi apoyo a Mikrat y mi ánimo a que busque formas de resistencia. No pueden doblegar al que dice la verdad, no puede ser tan fácil.