Esta mañana recién levantado no quería creerlo. A nadie le gusta levantarse de la cama y recibir la noticia de la muerte de un ser querido, pero así ha sido. Robe había muerto. Tenía 63 años y había estado conmigo desde que nací, me acompañó desde la preadolescencia, en la adolescencia y ya nunca me abandonó hasta hoy, un maldito miércoles 10 de diciembre de 2025.
Y sí, claro que era un ser querido para mí, ¿o acaso una persona que te ha acompañado en todos los momentos buenos y malos de tu vida no es un ser querido? Siempre fiel, siempre dispuesto para cuando se le necesitaba. Por supuesto esto él no podía saberlo, pero sí tenía que ser consciente de algún modo que cuando faltase nada sería igual para muchas personas. Así ha quedado demostrado hoy, donde todos hemos podido ver las redes sociales, periódicos, revistas, informativos y programas de todo tipo inundados con la noticia de su marcha. Jamás nunca había visto algo así por un artista fallecido. Lo de Robe ha sido algo extraordinario (en todos los sentidos).
Y es que hoy se me ha roto algo, se ha ido el músico al que más he respetado y valorado siempre por encima del resto, aquel que ha convertido la música en uno de los principales amores de mi vida sin lugar a dudas. Estoy seguro que sin que él hubiera tenido nada que ver en esto de conocernos la música y yo, mi relación con ella no sería la misma. Yo no sería el mismo.
Hoy he llorado por Roberto Iniesta, porque el sentimiento de pérdida es tan enorme y tan doloroso que no podía retener las lágrimas en mis ojos. Ya nunca más podré ir a un concierto suyo, ya no habrá nuevas canciones que me hagan gritar, saltar, reír o llorar, porque sí, también ha sido el único músico que me ha hecho llorar con sus canciones de pura emoción. Puede parecer exagerado, pero yo sé lo que me digo, sé lo que he vivido con Robe y sé lo que he perdido.
Hoy ha sido un día muy triste y no creo que este sentimiento de malestar se vaya de un día para otro. Lo único que me consuela es saber que me va a seguir acompañando siempre, tal vez no tenga nada nuevo que decirme, pero como él diría, su espíritu es imperecedero.
Robe, te has ido muy pronto, demasiado pronto. Eras una constante, y perder eso es muy duro.
Descansa en paz, amigo.
