Luz verde a la segunda semana de la quincuagésimo quinta edición del Festival de Sitges, siete nuevos días que inauguramos siendo atizados por ‘Speak no evil’. Una especie de oscuro y desesperanzador survival danés, firmado por Christian Tafdrup, que se recrea de manera juguetona con esa incomodidad que genera el huir de lo no establecido como norma social de convivencia. Vamos, eso que nuestros padres y abuelos llamaban modales. Aunque de refilón la película también conversa sobre la familia, e incluso acerca de la paternidad barra maternidad. Una temática que se está rebelando como magnum opus de un buen puñado de trabajos presentes en esta edición del certamen catalalán de cine fantástico.
La proposición
Tras volver de unas apacibles vacaciones estivales por la Toscana italiana, Bjørn, Louise y su hija, Agnes, encuentran una postal en su buzón. La misiva, de una familia holandesa a la que conocieron durante aquellos días, les insta a viajar de Dinamarca a los Países Bajos para pasar un agradable fin de semana en la casa de estos. Propuesta que, por descontado, aceptan. ¿Acaso ustedes no lo harían?… Es de bien nacido ser agradecido.
A medida que van desarrollándose estos días, Bjørn y Louise empiezan a notar en sus anfitriones ciertas extrañas actitudes. Un misterioso in crescendo de incomodidad que pondrá en jaque a estos. Pero la veda se ha abierto y, esté sucediendo lo que esté sucediendo, parece no haber ya vuelta atrás.
Así comienza una de las cintas más estimulantes, perversas y perturbadoras, aunque siempre desde el minimalismo, que hemos podido ver en la sección oficial de esta edición de Sitges. Un film que ya se pudo disfrutar en enero en Sundance y que, no solo ya reúne temas ya presentes con fuerza inusitada en otras películas del festival, sino que, en lo formal, también cae en la osada decisión de jugar muchas de sus posibles cartas a un crudo tercer acto de mucho impacto tras un metraje anterior sosegado y de cariz psicológico. Algo que, a la postre, puede ser su mayor foco de debate, y que ya le vimos a ‘Resurrection’ (Andrew Semans, 2022).
Los nórdicos, a lo suyo
‘Speak no evil’ reúne muchas de esas decisiones que siempre caracterizan al cine nórdico. Un frío, casi gélido, aunque muy en el fondo cáustico análisis de la conducta humana bucea estas aguas de Christian Tafdrup. Todo ello en un trabajo que busca continuamente esa amarga sonrisa cómplice del espectador mientras te lleva, sin prisa pero sin pausa, a un agónico desenlace.
No pienso negar que, en términos puramente de planteamiento, ‘Speak no evil’ juega a un tipo de cine del que hemos visto mucho ya. Pero al igual que defiendo eso, creo también que el objetivo del realizador aquí no es tanto la previsible gloria final, si no más bien esas pequeñas sorpresillas que pueda ir deparando el trayecto. Y a tal respecto hay diversas perlas en el camino que creo merecen la pena.
La paternidad y la maternidad, y nuestra resistencia y resiliencia a los demás a tal respecto, rondan una cinta a la que, más autoconsciencia de lo juguetón y travieso de su propuesta, le habría sentado mejor que la solemnidad y la pausa que se toma Tafdrup para muchas cosas. Hándicaps que seguramente jueguen más en contra de la película.
‘Speak no evil’, una de nuestras favoritas de Sitges 2022
Dentro de una edición de Sitges en la que, hablando sobre todo de la sección oficial y del cine internacional, hemos visto cintas muy interesantes, pero que nunca acaban de ser redondas del todo, quizás ‘Speak no evil’ sea una de las que más satisfactoriamente se acerca a esos terrenos.
Christian Tafdrup aúna, de manera más que decente, ese incómodo cinismo europeo de un Thomas Vinterberg o de un Michael Haneke con la atmosférica y seca crudeza del survival a lo Tobe Hooper. Una mezcla de la que se podría salir muy escaldado, pero de la que este sale vivo.
Y ahora a esperar con ansia casi homicida ese petardazo del jueves llamado ‘Halloween ends’, aka ‘Halloween: El final’.
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