Lo primero de todo, gracias Greta Gerwig por devolver a la gran pantalla, y con ese oportunismo que siempre te caracteriza, eso que lleva años arrinconado en las sobremesas de TVE y A3: el folletín de época inane y sin alma ni personalidad. La humanidad te agradece ‘Mujercitas’.
Cuesta abajo y sin frenos
Mientras a principios de 2019 acudíamos a las salas para disfrutar una cinta de época tan arriesgada y valiente como ‘La favorita‘ (Yorgos Lanthimos, 2018), ahora en 2020 nos tenemos que conformar con la conservadora e inocua ‘Mujercitas’ de Greta Gerwig. En fin, juzguen ustedes mismos si el mundo va cuesta abajo y sin frenos o no.
De aquellos barros estos lodos
Dos años después de derribar la puerta del star system hollywoodiense con la insoportable y muy discutible ‘Lady Bird’ (2017), Greta Gerwig vuelve a la carga con ‘Mujercitas’. Cinta que, inesperadamente y contra todo pronostico, hace soportable aquella de 2017.
Fruto del éxito de aquella obra, Hollywood puso sobre los hombros de la realizadora californiana la séptima adaptación de la novela homónima de Louisa May Alcott. Cosa que, desde luego, es mucho más respetable y está mejor visto que, recién llegas al cotarro hollywoodiense, vas y te encargas de la segunda secuela de la tercera versión cinematográfica de las aventuras de cierto trepamuros neoyorquino, por ejemplo. Donde va a parar, hombre.
Trabajo de campo
Para ser completamente honesto, ni me he leído la «Mujercitas» de Louisa May Alcott, el semestre en el que fue obligatoria su lectura debí faltar a clase, ni he visto ninguna de sus seis adaptaciones cinematográficas previas a la de Greta Gerwig. Soy masoquista, pero no tanto.
Como pueden ver, mi trabajo de campo deja mucho que desear. Pero al menos soy sincero. Y para completar mi confesión, admitiré que me metí en una proyección de ‘Mujercitas’ fruto de su múltiple nominación a los Oscar. Si no fuera por eso, y vista la tirria que le tengo a ‘Lady Bird’, ¿de qué iba yo a ver esta película en salas?…
La nueva capa de barniz
Esta nueva ‘Mujercitas’ vuelve a contarnos exactamente lo mismo que las anteriores, pero lo hace con ese simulado barniz de combatiente pro derechos de la mujer que le han encasquetado a la Gerwig, y que por consiguiente le van a endosar a todas y cada una de sus cintas. Con esa bandera al viento se desarrollan las desventuras, en plena recta final del siglo XIX, de Josephine, Margaret, Amy y Elizabeth. Cuatro hermanas de Massachusetts que buscan su camino a medias entre lo que dictamina la sociedad de la época y lo que ellas realmente quieren.
En realidad, y falsas banderas aparte, la mayor novedad de esta nueva ‘Mujercitas’ reside en su estructura narrativa. Que madre de Dios con su estructura narrativa, abróchense el cinturón.
Entiendo que Greta Gerwig quiera hacerse la moderna, pero durante la película hay varias veces en las que, yo creo, que ni ella misma entiende su propia narrativa. Personalmente hay un momento concreto que me ha tenido varios minutos desconcertado. Greta, ver mucho cine de Christopher Nolan no te convierte en Christopher Nolan.
Técnicamente, a mi juicio, nada destaca demasiado en ‘Mujercitas’, es muy conservadora en todos los aspectos. Las interpretaciones de Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh y Eliza Scanlen, su cuarteto protagonista, no están mal; pero no me parece que den para esas nominaciones a premios que han dado dos de ellas.
Meryl Streep también pasea palmito por esta nueva ‘Mujercitas’ de Greta Gerwig. Breve papel por el que, hace no mucho, la Academia de Hollywood no habría dudado en nominarla al Oscar por millonésima vez. Pero es que ya hasta la Streep va con el piloto automático.
Fobia que es fobia
Podría autoengañarme, y por consiguiente a vosotros, para intentar explicar mi fobia a esta cinta, pensando que quizás no sea yo el espectador tipo de esta obra. Pero es que no es cierto. No existe en mí tal fobia.
Hay dramas de época de este estilo que me encantan, la antes citada de Yorgos Lanthimos o ‘Un asunto real’ (Nikolaj Arcel, 2012), por citar algunas. Así que no puedo esconder mi fobia hacia ‘Mujercitas’ debajo de esa alfombra, sería hipócrita.
Mi fobia, que no es tal fobia, hacia ‘Mujercitas’, surge porque la obra no me ha transmitido ninguna de esas lisonjas que gran parte del público y de la crítica sí ha parecido verle. No me subo a este barco, lo siento.