Dos Joker han dejado su impronta en la historia del cine. El primero fue el que interpretó Jack Nicholson en la película ‘Batman’ (1989), rindiendo fidelidad al cómic original, con la siempre particular puesta en escena del director Tim Burton. El segundo es el que dio vida el malogrado Heath Ledger en ‘El Caballero oscuro’ (2008), cuando Christopher Nolan logró revitalizar una saga que languidecía a lomos de unos guiones puestos al servicio del cine comercial, en el peor sentido de la palabra. Impuso un ritmo trepidante, con una acción desbordante. Parecía que todo estaba escrito y filmado acerca del universo de Gotham, de Batman y de su archienemigo. Hasta que llegó Todd Phillips con ‘Joker’.
Todd Phillips recrea el Joker más humano
Phillips construye al Joker (Joaquin Phoenix) más terrenal. Lo humaniza a partir de un voraz, casi inclemente retrato de la frustración, la humillación y la decadencia de un hombre envuelto en una creciente paranoia. Una vorágine de adversidades que transmiten el vértigo ante el desequilibrio mental, la locura.
Arthur Fleck (Phoenix) es un hombre cuya pasión desde niño es ser comediante. Se desempeña como payaso en actuaciones de escaso brillo. Solitario, viviendo con su madre en un destartalado apartamento, una sucesión de eventos van a martillear el complejo equilibrio psicológico en que se mueve esta inclasificable personalidad. Agitado, espoleado por la búsqueda del reconocimiento, por humilde y nimio que este sea, su momento de gloria llega cuando siente que la violencia abre paso a la metamorfosis.
Y un Joker volcánico, selvático e imprevisible entra en acción, ajustando cuentas a su manera contra el poder, su soberbia y sus nulos escrúpulos hacia el resto de los mortales. ‘Joker’ actúa como poderoso divertimento. Todo en su transformación está medido, calculado. No se deja nada a merced del arbitrio o el azar.
Joaquin Phoenix hace la mejor actuación de su carrera
Merece tratamiento especial la actuación de Joaquin Phoenix. Espectacular transformación física mediante, su caracterización logra erizar el vello. Sus movimientos, la histriónica risa con la que se relaciona, dialogando a su manera, pidiendo un poco de atención, sobrevuela toda la película. El baile bajando unas largas escaleras cuando ya la policía va tras sus pasos, sintetiza a la perfección cómo ha traspasado el umbral. Ya no hay marcha atrás. Y a estas alturas, las cartas del Joker están sobre la mesa.