‘El teléfono del señor Harrigan’, última película del director norteamericano John Lee Hancock (‘El novato’, ‘The Blind Side’, ‘El fundador’) inspirada en un relato de Stephen King, acaricia el terror sólo en los títulos de crédito. Ni da miedo ni resulta especialmente perturbadora. Tampoco es capaz de mantener el suspense en una trama que deviene en previsible, repleta de trivialidades. Con estos mimbres no es de extrañar que los seguidores de King se lleven un chasco si toman la propuesta con ideas preconcebidas. Al menos la pareja protagonista, Jaeden Martell y Donald Sutherland, lucen galones a partir de unos diálogos que se empeñan machaconamente en buscar la brillantez.
El buen desempeño de los protagonistas no es suficiente
Martell es un niño que ha perdido a su madre. Vive con su padre, buena persona pero roto ante la ausencia de su mujer. Tanto, como para que su vida transcurra en permanente estado de apocamiento. Este joven comenzará a trabajar tres veces por semana leyendo libros para el señor Harrigan, un adinerado anciano, con problemas de visión, del que su ama de llaves llega a decir: «es mejor no enfrentarse a él». Para el protagonista la relación supone una válvula de escape. Busca una figura de referencia, un cómplice con el que compartir las cosas mundanas.
Cuando entre al instituto y sea objeto de acoso por parte de algunos compañeros, la cinta abraza la típica historia iniciática, tanto en su desarrollo como en su epílogo. Y pese al buen desempeño del elenco, ‘El teléfono del señor Harrigan’ no es capaz de proporcionar un trampolín que eleve la narrativa al nivel de ‘Esencia de mujer’ (1992). Otra historia de iniciación que brindó a Al Pacino un merecido Oscar. Lenta y monótona en sus dos primeros tercios, el tramo final, con dos teléfonos móviles conectados más allá de lo inteligible, supone una escuálida dosis de elementos fantásticos para una malograda adaptación.
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