‘El secreto de Vicky’, último largometraje del director francés Denis Imbert, comienza con un rebaño de ovejas pastando junto a un campo vallado. Seguidamente vemos a un grupo de cazadores adentrarse en el monte, ataviados con sus amenazantes escopetas. Es la presentación de la idea que permea toda la cinta: la compleja y difícil relación (prolongada durante milenios) que existe entre el hombre y el lobo. Otra cuestión es si el enfoque de la película acierta en plasmar alguna idea novedosa, o en sobreponerse a la mediocridad a partir de valores de producción, interpretaciones, localizaciones, entorno.
Nada de nada. Todo se viene abajo cuan castillo de naipes, ante un guion pobre, cuyos elementos dramáticos responden, sin excepción, al estereotipo. Cierto que la temática propuesta no resulta fácil de abordar. Corre el riesgo de abrazar la ñoñería. Pero en el cine español reciente tenemos el ejemplo de Gerardo Olivares. El cineasta cordobés consiguió en ‘Entrelobos’ (2010), que la peripecia vital de Marcos Rodríguez Pantoja (niño que vivió 12 años asilvestrado en el monte con una manada) resultara creíble, a ratos emocionante, dando imágenes de gran belleza.
Emocionalmente tierna, la película se desliza hacia la ñoñería
Un padre (Vincent Elbaz) y su hija (Shanna Keil) se dirigen hacia un pequeño pueblo, donde residirán en una apartada casa. Este hombre, cirujano de profesión, ha perdido a su mujer. La niña, traumatizada por la ausencia materna, no ha pronunciado palabra desde entonces. Su estado cambia radicalmente al recibir de un lugareño un cachorro. El problema aparece al constatar que el supuesto perro es en realidad un lobo. Circunstancia problemática en una aldea que vive de la ganadería.
‘El secreto de Vicky’ transcurre sin sobresaltos. Plana y lineal, sus decisiones se intuyen a leguas de distancia. Un producto destinado al público más pequeño de la casa, con el que dudo se escapen las lágrimas de rigor. Si de esos soporíferos partidos amistosos, donde no pasa nada interesante, lo mejor que se puede decir es que por lo menos nos ahorramos la prórroga, aquí se agradece igualmente lo escueto del metraje.
Nuestra valoración