‘El ángel de la muerte’, producción original de Netflix que adapta la novela homónima de Charles Graeber, toca tangencialmente la figura de Charlie Cullen, al que interpreta Eddie Redmayne. Un enfermero que a lo largo de casi dos décadas causó la muerte de numerosos pacientes a su cargo, provocándoles sobredosis a base de inyectar diversas sustancias. No quedaron claras las motivaciones del monstruo (sus víctimas se estiman en varios centenares) por lo que la cinta, dirigida por Tobias Lindholm, pasa de puntillas por la psique de la bestia.
Por contra, fija su atención en una enfermera (Jessica Chastain), compañera de trabajo en las semanas previas a su detención. La utilización de los elementos dramáticos que rodean a la protagonista, estupenda una vez más Jessica Chastain, afloran un personaje complejo, sometida a extenuante presión, tanto personal como laboral. Lindholm impone a la narración un tono en el que pese a conocerse el final de la historia, suspense y tensión sobrevuelan todo el metraje.
Jessica Chastain da la voz de alarma
‘El ángel de la muerte’ es mucho más que un thriller en el que una intriga sostenida te mantiene sujeto a la pantalla. Contiene apuntes de índole social que suponen una auténtica diatriba hacia determinados aspectos que permean cierto estado de cosas en Estados Unidos. Desde la preocupación de una madre soltera con problemas cardiacos que no puede dejar de trabajar por carecer de seguro médico, con jornadas interminables que no le permiten atender a los suyos; pasando por la actitud de hospitales y residencias que tapan irregularidades para mantener intacto un supuesto prestigio; y terminando con un sujeto que encadena trabajo tras trabajo dejando un reguero de cadáveres sin que saltara durante largo tiempo la voz de alarma, muestran las disfuncionalidades de un sistema distante de lo idílico.
Se cuentan con sutileza, a través de las vivencias de los personajes. Sus disyuntivas y dilemas me parecen reales. Sin subrayados innecesarios.
Buena.
Nuestra valoración