Crítica de ‘Ego (Hatching)’ (2022). Cuando el grajo vuela bajo…

Encaramos la recta final de la primera semana del Festival de Sitges 2022. Y lo hacemos además enfrentándonos a una de las cintas más esperadas dentro de la sección oficial a concurso, toda vez que supimos de ella en enero en el marco de Sundance. Hablamos por descontado de la finlandesa ‘Pahanhautoja (Hatching)’, que tiene programado su estreno en nuestro país para noviembre bajo el título de ‘Ego’. Hanna Bergholm debuta en el largometraje con un intento de negra sátira sobre la familia moderna disfrazada de grotesca versión del clásico «El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde» de Robert Louis Stevenson. Todo ello oscilando continuamente entre el afilado cinismo de Yorgos Lanthimos, la comedia negra monstruosa a lo Joe Dante, el body-horror made in David Cronenberg o el irreverente cachondeo de la Troma.

En el sentido más estricto de la palabra, lo que es acabar, el domingo lo que acabamos viendo en pantalla grande es el mejor episodio hasta la fecha de la versión italiana de ‘Rex, un policía diferente’. Llegó firmado por un tal Dario Argento y bajo el título de ‘Occhiali neri (Dark glasses)’. Pero vayamos a lo que de verdad importa.

El Tamagotchi analógico

‘Ego (Hatching)’ nos mete de lleno en el seno de la arquetípica familia de clase medio alta, viendo siempre el percal desde el prisma de la primogénita. Tinja es una hija modelo: educada, buena estudiante, y siempre haciendo notables esfuerzos por superarse día a día en el terreno de la gimnasia rítmica. Un deporte que practica más por el entusiasmo de su madre, la cual vive atormentada por una lesión que frenó sus sueños en un ámbito similar, que por el propio. Una situación que la hace estar cada vez más desencantada con la vida. Pero ser la hija ideal conlleva un precio: hacer de tripas corazón.

Un buen día Tinja encuentra un huevo en mitad del bosque. Esta, tras comprobar que parece haber vida en su interior, decide llevárselo a casa y cuidarlo, cual Tamagotchi. A espaldas de su familia, por supuesto. Pero con el paso de los días el huevo en cuestión comienza a crecer y a crecer, adquiriendo dimensiones desproporcionadas. Lo que hace que el secreto de la muchacha cada vez pueda ser menos secreto.

Y hasta aquí voy a leer. Creo que ‘Ego (Hatching)’ es de esas historias que es mejor ir encontrándose poco a poco y de sopetón. Cuanta menos información previa se tenga sobre ella, mejor. Y creo que ya he contado demasiado.

La somatización de nuestros miedos

Mediante todo lo anterior Hanna Bergholm quiere hablarnos sobre la eterna dualidad del ser humano, más subrayada si cabe ahora en pleno siglo XXI. Por fuera tenemos nuestra fachada, esa apta para todos los públicos. O en este caso para las redes sociales, eso que la madre de Tinja practica de manera compulsiva y casi enfermiza. Pero por dentro habita nuestro verdadero yo, ese que no nos atrevemos o no queremos exteriorizar.

Dos, o más caras, que más tarde o más pronto aprendemos a fusionar en una sola. Pero a determinada edad, esa olla a presión de insatisfacción y amargura que se va gestando, por algún lado tiene que explotar. En ‘Ego (Hatching)’ todo ello se refleja, alejado de sutilezas, en ese huevo que acaba siendo una especie de somatización de los miedos de la chica a acabar siendo una marioneta. Un pavor que se acrecienta vista la pasiva actitud del aparente cabeza de familia, un pusilánime que hace continuos oídos sordos a la reiterativa infidelidad de su esposa. Alzar la voz supondría, no solo ya derribar la apacible fachada de familia perfecta, sino poner punto y final a la comodidad que reporta ser un títere.

Más adelante incidiremos en lo tremendamente influenciada que se muestra ‘Ego (Hatching)’ por la obra de David Croneneberg. Pero ya en todo lo anterior, con una evidente somatización de nuestros miedos más profundos, vemos claramente reflejado el espíritu de la soberbia ‘Cromosoma 3’ (1979).

Cóctel explosivo

Como ya habrá quedado claro en el párrafo anterior, las intenciones de Hanna Bergholm en ‘Ego (Hatching)’ son buenas. Lo reconozco. Ni en forma ni en fondo inventa nada, pero los mimbres sobre los que cimenta su obra son estimulantes. Ahora bien, la mezcla de referencias, texturas y hasta tonos, de la que Cronenberg solo es la punta del iceberg, acaba siendo un cóctel tan extremo e indómito de polos opuestos que es mejor abrocharse el cinturón. La cineasta tira el dado al aire, entregándose por completo a lo que el azar dicte. Y eso puede ser muy peligroso.

De primeras la película parece querer jugar a ser una sátira sobre la familia de nuestra era, enclavada en la vidriera de ese cine europeo que practican realizadores como Yorgos Lanthimos o Ruben Östlund. De hecho, por momentos, ‘Ego (Hatching)’ me recordó a ‘Canino’ (2009); la obra cumbre del griego. A partir de ahí la cinta entra en un pequeño valle en el que evoca a esa comedia negra de terror con monstruos que practica Joe Dante, con algún ramalazo que retrotrae a ‘Gremlins’ (1984). Luego el film saca su lado body-horror, una faceta inesperada y con chulísimos efectos prácticos que parece beber de cintas como la ya mencionada ‘Cromosoma 3’‘La mosca’ (1986). Y luego tenemos running gags que son pura y dura Troma.

‘Ego (Hatching)’: El retrogusto del cóctel

La mezcla es de armas tomar. Por separado todas esas referencias son top, pero en ningún momento tengo claro si aquí acaban de funcionar juntas. Lo del dado al aire que decía antes, a cada espectador le saldrá un número diferente. Y lo que pasa al final por fiarlo todo al azar es que, más que contentar a todos, acabas cabreando a la mayoría. Nadie acabará satisfecho del todo ya que nada se desarrolla lo suficiente, y esa será la pegajosa sensación final que quedará en el paladar del espectador.

Aquí compramos esta locura llamada ‘Ego (Hatching)’ acerca de mantener la cordura en una época que nos invita a degollar por doquier. Aunque es cierto que al guion se le podrían haber dado un par más de vueltas para hacer un todo más redondito y equilibrado entre el impacto que practica y la reflexión que pretende practicar.

Nuestra valoración:

Nota Rock and Films

Tráiler de ‘Ego (Hatching)’

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