La cuarta incursión tras las cámaras del humorista francés Fabrice Eboué, presentada en la última edición del Festival de Sitges, lleva como título ‘Barbaque’. Pisando los terrenos de la comedia negra, firma su trabajo más redondo. La intransigencia de numerosos activistas a la hora de confrontar sus ideales o forma de vida con los demás, abre grietas en la convivencia a partir de las cuáles la película abraza la irreverencia y el desparrame.
Sin ser una propuesta que pretenda hacer una sesuda crítica hacia determinados comportamientos sociales, logra apuntes de interés. Eboué (también protagonista) y Marina Foïs forman un matrimonio de carniceros con problemas para mantener una humilde tienda. Carestía en lo económico, a lo que se une una relación insatisfactoria desde hace largo tiempo. Sobre todo para ella, hastiada de pocas atenciones. »Si me dieras tanto cariño como a tu carne…», le espeta a su cónyuge mientras este masajea denodadamente el chuletón que va a servir al cliente de turno.
Sólido reparto. Cinta muy divertida
Cierto día un grupo de veganos atenta contra su carnicería provocando desperfectos y la indignación de los propietarios. La posterior vendetta, no programada, acaba con uno de estos radicales muerto, y su cuerpo despedazado y vendido en forma de carne de cerdo iraní. Exótico bocado que hace las delicias de la concurrencia, que comienza a llenar el establecimiento.
Conforme avanza el metraje, ‘Barbaque’ acelera su ritmo adoptando un cariz selvático e indomable. Le sienta muy bien, logrando el cometido de divertir y entretener. Diálogos surrealistas, gags y situaciones absurdas, sirven un menú para amantes de lo carnívoro que más que comerse se engulle. Como en otras cintas de temáticas similares, se esboza el lado adictivo del crimen. Toda una espiral hiperbólica en la que el frenesí, sin abusar de la sangre y las vísceras, y la perdida de control quedan asegurados.
Nuestra valoración